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Reportaje:

De las protestas estudiantiles al 'No a la guerra'

Un profesor de la UNED guarda en su ordenador los datos de 7.000 manifestaciones en la capital desde 1975

Del lema "Amnistía, libertad" a "Otro mundo es posible". De protestas a favor de la democracia a marchas en contra de la globalización. De la austera pancarta blanca con lemas en negro a performances coloristas para llamar la atención. La capital ha acogido en los últimos 25 años más de 20.000 manifestaciones de distinta envergadura y color. Desde miles de mineros protestando por la reconversión industrial hasta un pequeño grupo de vecinos reivindicando zonas verdes en su barrio, la ciudad ha sido siempre punto de atracción de todos los que han querido hacerse oír ante las autoridades. El alcalde de Madrid, José María Álvarez del Manzano, ha llegado a plantearse en alguna ocasión la creación de un manifestódromo, es decir, un lugar especialmente erigido para que la gente proteste sin molestar al resto de los ciudadanos.

El alcalde llegó a plantearse la creación de un 'manifestódromo' para que la gente se quejase sin molestar

Ramón Adell (Reus, 1959), profesor titular en la carrera de Sociología de la asignatura de Cambio Social en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y experto en movimientos sociales, tiene metidos en su ordenador los datos de casi 7.000 manifestaciones de esas 20.000 que han recorrido la capital entre 1975 y 2001. Cada año la capital acoge entre 800 y 1.000 protestas. A Adell le falta meter en su base de datos las de 2002, tarea que empezará dentro de poco. "Todo comenzó como un hobby, y al final he unido esta afición con mi línea de investigación", explica Adell.

El archivo informático de este profesor contiene datos sobre las manifestaciones que han albergado los 21 distritos de la capital. Hay para todos los gustos: desde marchas contra el terrorismo, manifestaciones de sordomudos hasta excentricidades como una protesta en 1987 por la liberación de los Hare Krishna rusos frente a la Embajada de Rusia. Logró reunir a 50 personas.

También ha habido protestas muy silenciosas, como la convocada el 23 de septiembre de 1994 por las asociaciones de sordos. 3.000 personas, con el lenguaje de los gestos, interpretaron en silencio el lema "Sordos unidos, jamás serán vencidos". Adell guarda información sobre participantes, itinerarios, eslóganes... Y sobre las personas que perdieron la vida defendiendo sus ideas. Las manifestaciones más violentas fueron las de la transición. Desde octubre de 1976 a principios de 1977, miles de estudiantes se echaron a la calle por el derecho a elegir representantes en las universidades. En dos meses hubo varios muertos. Arturo Ruiz, de 19 años, fue asesinado de un disparo en el corazón por guerrilleros de Cristo Rey. Días después, en una manifestación en protesta por la muerte de Ruiz, Mari Luz Nájera, estudiante de Políticas, falleció tras recibir un fuerte golpe en la cabeza de un bote de humo. Dos años después, el 13 de diciembre de 1979, hubo otros dos muertos en otra manifestación de estudiantes: Emilio Martínez y José Luis Montañés.

Otra protesta estudiantil que ha pasado a la historia por su violencia fue la del 23 de enero de 1987 con las famosas imágenes del cojo Manteca rompiendo una cabina de teléfonos. En esa ocasión, los estudiantes protestaban contra la política educativa del PSOE y de su ministro, José María Maravall.

¿Qué es lo que mueve a la gente a manifestarse y a poner a veces en peligro su vida? "Las élites no lo entienden, creen que la gente sale a la calle por deporte, para crear desorden. Pero para algunos es el único recurso que tienen para hacerse oír", señala Adell.

"Los sindicatos son los que menos han evolucionado en cuanto a actos originales. Las protestas siguen haciéndose con el típico ataúd que representa al despedido", señala Adell.

Las manifestaciones más concurridas celebradas en la capital han sido tres, con una participación cercana al millón de personas: la de protesta por el golpe de Estado del 23-F- con el lema "Por la libertad, la democracia y la Constitución"; la del 14 de julio de 1997 en solidaridad con Miguel Ángel Blanco, asesinado por ETA ( "Paz, unidad y libertad") y la del pasado 15 de febrero en contra de la guerra de Irak ("No la guerra"). Cada década ha tenido un grito común que ha marcado mucho las protestas y el sentir de cada época, según Adell. Si en los años setenta se coreaba "Aministía, libertad", en los ochenta fue "OTAN no, bases fuera"; en los noventa, "ETA no, basta ya", y en la década recién estrenada, "Otro mundo es posible".

La dureza de la época Ansuátegui

El delegado del Gobierno, Francisco Javier Ansuátegui, ha marcado los dos últimos años en cuanto a manifestaciones se refiere. Ansuátegui, en el cargo desde mayo de 2000, ha hecho recortes en los itinerarios, tiempo de duración y permisos en las cerca de 1.000 manifestaciones que acoge la ciudad cada año.

Ramón Adell, profesor de Cambio Social de la UNED, lo explica: "Es preocupante el desprecio que Ansuátegui tiene hacia este tipo de actos. Suele poner pegas a la mitad de las manifestaciones porque dice que afectan al tráfico de la capital, cuando el 75% de las protestas atraen a menos de 500 personas". "Para celebraciones religiosas o deportivas nunca hay cortapisas", añade.

La Delegación del Gobierno también se ha caracterizado por su mano dura. Por ejemplo, el 21 de febrero del año pasado, una manifestación convocada por los cinco sindicatos de la Policía Municipal de la capital terminó con graves incidentes y con 18 personas heridas. Unos 60 agentes de la Unidad de Intervención Policial, antidisturbios, se emplearon a fondo durante una hora para disolver a los 2.000 concentrados, que ocupaban la calle Mayor frente a la plaza de la Villa. El choque se convirtió en una batalla campal cuando los antidisturbios lanzaron gas lacrimógeno y pelotas de goma para que los agentes locales, que iban de paisano, se replegaran, ya que no contaban con el permiso de la Delegación del Gobierno para manifestarse.

El alcalde de Madrid, José María Álvarez del Manzano, llegó a afirmar el 18 de noviembre de 2000 que era partidario de que ninguna manifestación, salvo las de repulsa al terrorismo, se celebrasen en el centro de la capital.

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