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Reportaje:

Fernanda, la reina de la soleá

Homenaje a la cantaora de Utrera, que cierra con su hermana Bernarda el círculo del flamenco

Margot Molina

"Fernanda de Utrera más que la reina del cante por soleá es la expresión misma de la soleá. Es mayor la profundidad y la hermosura de la tragedia que ella conmina, que la propia forma puntual del cante". José Luis Ortiz Nuevo, creador de la Bienal de Flamenco de Sevilla, poeta y actor, define así a la cantaora de Utrera (Sevilla), descendiente de la estirpe gitana de los Pinini y dueña de una voz negra y jonda que ya forma parte de la historia del flamenco.

Fernanda de Utrera, retirada de los escenarios hace unos años a causa de la enfermedad de Alzheimer, ha recibido un gran homenaje a sus 80 años, el reconocimiento más importante para un artista porque viene de sus compañeros de fatigas y también de alegrías. Su inseparable hermana Bernarda, de 76 años, junto a la que ha andado todos los caminos y subido a todos los escenarios, cantó por las dos.

En el Auditorio Nacional de Madrid primero, el pasado día 11, y en el teatro de la Maestranza de Sevilla, anoche, retumbaron con los ecos de Fernanda aunque a través de otras gargantas.

En el homenaje sevillano tenían previsto participar los cantaores Paquera de Jerez, Fosforito, Manuel Mairena, Juana la del Revuelo, El Lebrijano y Fernando Terremoto, entre otros; acompañados por las guitarras de Parrilla de Jerez, Paco del Gastor, Diego Amaya y Martín Chico. Además, estaba anunciado el baile de Concha Vargas y el de Carmen Ledesma con la Familia Fernández. Los artistas y las instituciones que han hecho posible estos dos homenajes han querido que la recaudación se destine íntegramente a la cantaora de Utrera. En el teatro sevillano, los presentadores de la gala fueron también compañeros de la cantaora: Matilde Coral, Manuel Vargas, Gracia Montes y Macarena del Río.

"La soledad de su garganta y su quejío está más en el fondo que en la forma concreta del cante, por eso ella transforma cualquier cante en un poema de tristeza. Recuerdo haberle oído un cuplé por bulerías, Se nos rompió el amor, que Fernanda condujo a la misma dimensión del cante más severo por soleás. Hay está el misterio, la grandeza y lo insondable de su garganta, en esa capacidad de llevar cualquier cante hacia la soledad amarga de su voz", dice Ortiz Nuevo.

"Fernanda es la pureza personificada en los cantes por soleares, los ha hecho muy suyos. Tiene una voz muy particular, que parece que no llega pero al final sí lo hace y eso es realmente difícil. Ella ha bebido de dos cantaoras de Utrera, Mercedes La Serrata, a quien Fernanda no conoció pero que le llegó a través de su padre el Tío José, y Rosario la del Colorao. Partiendo de ellas y con muy buena sapiencia, ha hecho su cante, algo muy profundo que llega al arte por excelencia", dice Juan Peña El Lebrijano, un cantaor que conoce bien a Fernanda porque forma parte de su familia al igual que otros artistas como Miguel Funi o Inés de Utrera.

"No se concibe la soleá sin Fernanda. Es la artista que mejor ha conectado con el lirismo, la música y el sentimiento de la soleá; mientras que Bernarda es la representación del compás, de la bulería. Es capaz de meter por bulerías hasta la guía de teléfonos", así ve Manuel Herrera, director de la Bienal de Flamenco de Sevilla a las hermanas Fernanda y Bernarda de Utrera, dos cantaoras que representan como nadie las dos caras del flamenco: la alegría y la pena, la fiesta y el trabajo. Bernarda de Utrera, quien continúa cantando pero con bastante menos frecuencia que cuando formaba pareja con Fernanda, decía ya en los años setenta de la reina de la soleás: "Fernanda hace su cante y yo el mío, pero siempre el suyo es mejor".

Artista sin querer

Fernanda Jiménez Peña nació en 1923 en Utrera en una familia gitana, nieta de Fernando Pinini, en la que todos eran artistas, pero ninguno profesional. Antonio Mairena oyó cantar a las hermanas Fernanda y Bernarda en las fiestas de la familia y convenció a su padre, que era carnicero y las crió "como reinas", en palabras de la más pequeña; para que las dejara participar en una película.

Las Niñas de Utrera intervinieron en 1948 en la película Duende y misterios del flamenco, de Edgar Neville; pero no fue hasta 1957 cuando su padre consiente que se vayan a Madrid a trabajar al tablao Zambra. El Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba de 1959, año en que falleció su padre, supone la consagración de cada una a un estilo. Fernanda, a la soleá y Bernarda, a la bulería. En los sesenta comienzan las giras internacionales de las inseparables hermanas y en 1988 se consagran en América con su participación en el espectáculo Flamenco puro junto a Farruco, Juan Habichuela, Manuela Carrasco, El Güito y Chocolate. Desde entonces Fernanda y Bernarda, soleá y bulería, han formado parte de la élite más pura y admirada del flamenco.

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Sobre la firma

Margot Molina
Ha desarrollado su carrera en El PAÍS, la mayor parte en la redacción de Andalucía a la que llegó en 1988. Especializada en Cultura, se ha ocupado también de Educación, Sociedad, Viajes y Gastronomía. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Ha publicado, entre otras, la guía de viajes 'Sevilla de cerca' de Lonely Planet.

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