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Un informe revela que el 'Ruedo' de la M-30 sufre un grave deterioro

El deterioro no afecta a la estructura del edificio, pero sí a la calidad de vida de los vecinos

El emblemático Ruedo de la M-30 presenta un grave deterioro originado por defectos de construcción y por falta de mantenimiento. Es la conclusión del informe que un estudio de arquitectura ha hecho a petición de los vecinos del edificio Saénz de Oiza, verdadero nombre de este complejo, que alberga 476 viviendas sociales en el distrito de Moratalaz. El PSOE y el Ivima (Instituto de la Vivienda de Madrid), hoy en manos del PP y propietario de la mayoría de los pisos, se acusaron ayer mutuamente en la Comisión de Urbanismo del estado del edificio. El Ruedo, construido hace 12 años bajo el Gobierno del socialista Joaquín Leguina, no recibe obras de mantenimiento desde el año 1997.

Los unos por los otros, la casa sin barrer. Y el agua de los sótanos sin achicar, las grietas de las paredes sin rellenar y las barandillas de las terrazas sin asegurar. En fin, un estropicio. Mientras los vecinos del Ruedo protestaban por la precaria situación de sus viviendas, socialistas y populares se tiraban los trastos a la cabeza en la Comisión de Urbanismo de la Asamblea.

Según el gerente del Ivima, Juan José Franch, que compareció a petición del PSOE para explicar las actuaciones en el Ruedo, todos los problemas que sufre el instituto que gestiona provienen de la etapa en que el PSOE gobernó la Comunidad. "Si hubiese que poner una cuadrilla de mantenimiento en cada edificio que ustedes hicieron mal, acabaríamos con el paro en Madrid", ironizó Franch.

El portavoz socialista en la comisión, Antonio Fernández Gordillo, contratacó blandiendo el informe técnico que los vecinos del Ruedo, constituidos en asociación de afectados, han encargado al estudio de arquitectura k_veinticinco. En él se especifica que las serias lesiones que sufre el edificio tienen tres orígenes: unas son las derivadas de la construcción del inmueble; otras, consecuencia de la ausencia de mantenimiento de la finca por parte del propietario (el Ivima); y las terceras, producto de la dejadez que sufren las instalaciones urbanas colindantes con el Ruedo (cerca de la M-30).

Grietas y humedades

Los vicios de construcción han originado grietas, desprendimientos y humedades en el interior de viviendas como la de Mari Carmen Mañanes: "Se me está cayendo el techo. Además, por el fregadero y los grifos del baño no sale más que basura porque las tuberías están rotas". A Marcelino Lázaro no se le está cayendo el techo, pero también sufre las consecuencias de las humedades: "No se puede ni entrar en el portal de lo que huele a estiércol. Es una porquería".

El arquitecto responsable del informe, Roberto Borda, sostiene que los defectos no amenazan a la estructura del edificio, pero sí a su habitabilidad: "No hay riesgo de que se vaya a caer, ni son problemas que no tengan solución, pero el deterioro por falta de mantenimiento perjudica mucho a la calidad de vida de los vecinos".

Pero no todos los males tienen su origen en la construcción de este enorme edificio que asemeja una plaza de toros. El deficiente mantenimiento posterior del inmueble ha ocasionado graves deterioros como la rotura de ventanas o de la red de saneamiento del garaje, mientras que la dejadez en las instalaciones urbanas ha causado el anegamiento de varios sótanos. "Si los defectos de construcción se hubiesen tratado desde el comienzo, no se habría llegado a la situación en la que se encuentra el edificio", resume Borda.

Hasta 1997, dos cuadrillas de operarios ejecutaron reparaciones de forma permanente, pero desde entonces no se han realizado más que acciones puntuales. El gerente del Ivima anunció que se va a realizar una nueva inspección del edificio "con ojos golosos" en las próximos semanas, pero echó balones fuera achacando toda la responsabilidad de su actual estado al Gobierno de Leguina,que fue quien lo construyó en 1991 para albergar a realojados de las chabolas del Pozo del Huevo. Unas tres cuartas partes de los vecinos del Ruedo pagan 107 euros al mes por el alquiler, mientras que el resto han comprado o lo están haciendo, sus pisos al Ivima. Cada una de las 346 viviendas del inmueble costaron a la Comunidad unos cinco millones de pesetas de media en 1990 (30.000 euros). La Asociación de Afectados se queja de que la Comunidad les presiona para que compren los pisos y de esta forma desentenderse de sus carencias. Los habitantes del Ruedo son mayoritariamente realojados del antiguo poblado del Pozo del Huevo.

Manifestantes de ida y vuelta

El surrealismo se adueñó ayer por unos instantes de las inmediaciones de la Asamblea de Madrid. Unos 50 vecinos del Ruedo de la M-30 se manifestaban contra el Instituto de la Vivienda de Madrid (Ivima) a la entrada de la Asamblea. El guardia civil que custodiaba el acceso a la institución les pidió que se cambiasen de acera, ya que no podían estar allí porque entorpecían el tránsito. Los manifestantes callaron, arramblaron con pancartas y carteles y trasladaron la protesta a la acera de enfrente, donde siguieron con sus gritos y consignas a pleno pulmón.

En éstas, y mientras los diputados discutían en la Comisión de Urbanismo sobre su futuro, llegaron las 12 del mediodía, hora en la que estaba prevista una concentración silenciosa de 15 minutos fuera de la Asamblea. Los parlamentarios de la oposición que secundaron el paro animaron a los manifestantes contra el Ivima a unirse a ellos y gritar todos contra Bush y Aznar.

Dicho y hecho. Los vecinos del Ruedo agarraron sus bártulos, cruzaron de nuevo la calle y, esta vez sin que nadie les hiciese moverse de allí, cambiaron sus pancartas con consignas como "Ivima ladrón, cumple con tu obligación" por otras que rezaban "No a la guerra" y que los organizadores de la protesta antibélica se habían encargado de repartir. Durante el cuarto de hora de la protesta, juntaron sus voces a las de los políticos, olvidando por unos momentos sus propias reivindicaciones.

Sin embargo, una vez acabada la concentración, cada uno volvió a lo suyo: los diputados, a la Asamblea; y los manifestantes, una vez más, a la acera de enfrente. Muchos asistentes, en su mayoría mujeres y algunos niños, expresaron su disgusto por el poco apoyo recibido de los parlamentarios.

"Esto es increíble. Nos dicen que vayamos a apoyarles y, cuando se acaba, se vuelven y nos dejan otra vez solos, y además en el mismo sitio que antes", comentaba una mujer.

Otra manifestante cogió la pegatina que alguien le había regalado, la apretó hasta hacer un amasijo y la tiró al suelo con rabia. "¡Todos los políticos son iguales! Mira cómo vienen ellos ahora hacia aquí para ayudarnos... Ahora se irán a sus casas tan tranquilos, con la conciencia bien limpia porque han protestado contra la injusticia de la guerra y tenían otra bien grande delante de ellos", exclamó indignada la mujer. Luego resopló, cogió de la mano a su hijo y se marchó.

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