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Cuarenta dibujos de Wifredo Lam despliegan en Bilbao el mestizaje de la vanguardia y la cultura afrocubana

El Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana ha seleccionado de entre sus fondos los dibujos del surrealista Wifredo Lam (Sagua la Grande, Cuba, 1902-París, 1982) que muestran la fusión que realizó entre el lenguaje de la vanguardia que conoció en Europa y las raíces de la cultura afrocubana. El resultado es la exposición Wifredo Lam: el espíritu de la trascendencia, que desde ayer muestra en la sala de la Fundación BBK (Gran Vía, 32), en Bilbao, 40 obras sobre papel realizadas entre 1943 y 1958. La muestra podrá verse hasta el 21 de abril.

Lam, hijo de un comerciante chino y una mulata cubana, fue un ejemplo del "modernismo latino", en palabras de Máximo Gómez, director de Colecciones del museo de La Habana. "Lam creó una obra de gran valor transcultural. Realizó una crítica simbólica de la cultura occidental desde el mestizaje", explicó Gómez. "En su etapa en España y París abrazó las nuevas tendencias y a su regreso a Cuba estudió en profundidad las religiones afrocubanas, elevándolas desde la marginalidad a la categoría artística universal".

Los técnicos del museo de La Habana, la pinacoteca que posee la más amplia colección de obras de Lam, seleccionaron los dibujos en función de su capacidad para conocer de forma íntima el proceso creativo del artista. "Los dibujos de Lam constituyen la piedra angular sobre la que descansa un método creador de tanteos y aproximaciones, punto de partida de muchas de sus obras más significativas", defiende el crítico Roberto Cobas.

Con 21 años, el pintor cubano se instaló en España, donde años más tarde conoció el cubismo. En 1938, se trasladó a París, conoció a Picasso y entró en contacto con relevantes miembros de la vanguardia, como Miró, Léger, Tristan Tzara o Braque. Lam reafirmó en París su vocación vanguardista y recibió una influencia decisiva del arte negro africano. De vuelta a América plasmó en sus pinturas los elementos de las culturas europea, africana y oriental que constituyeron para siempre su universo plástico.

Los dibujos están realizados, fundamentalmente, con aguadas y carboncillo en los primeros años. A finales de los años 50, el pastel se convirtió en una de sus técnicas preferidas, tras descubrir en México su textura y color.

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