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Bilbao vive un fin de semana entregado a la música del barroco italiano

Más de 18.000 personas participaron en el festival Musika-Música

Durante el último fin de semana se han realizado 54 conciertos de música barroca italiana en Bilbao, que aumentan hasta 65 si se tienen en cuenta los de entrada libre de varias escuelas de música, conservatorios o similares, no solamente de Vizcaya, sino también de Gijón, Burgos, Pamplona o Vitoria. Los conciertos profesionales tenían lugar simultáneamente en cuatro salas a lo largo del día. El número de asistentes al festival Musika-Música, en las primeras estimaciones, se sitúa por encima de 18.000 personas.

Elegir dónde ir era en ocasiones bastante problemático, pero nada es comparable al placer de seleccionar entre lo bueno y lo mejor. Los precios de las localidades eran de cuatro a siete euros, salvo en Orfeo y Vísperas, de Monteverdi, que ascendían a nueve euros. La capacidad de las salas oscilaba entre 160 y 2.200 localidades. Es la segunda vez que Bilbao participa en un festival de estas características. La idea surgió de Nantes, cuya Folle Journée lleva ya nueve ediciones, con una cifra ligeramente superior a los 100.000 espectadores en su última convocatoria de enero. La tercera ciudad incorporada al proyecto es Lisboa. A ella se desplazarán los barrocos a finales de abril.

El tema de la convocatoria varía de año en año. El objetivo prioritario es tanto la difusión de la música como el tono de excepcionalidad o de fiesta con que se plantea. Conviven los espectadores de toda la vida con los principiantes. La música sirve así de lugar de encuentro. El alcalde de Bilbao, Iñaki Azcuna, por ejemplo, estaba al pie del cañón, todo el día de sala en sala. Comió y cenó en el comedor de artistas habilitado en el Euskalduna, y defendió ante quien quisiera escucharle las virtudes del chacolí.

¿Que qué habría que destacar interpretativamente? Depende de las opciones previas. Particularmente, me quedaría con la levitante y conmovedora versión de los madrigales de Monteverdi por el grupo La Venexiana (algunos espectadores salían llorando) o , del mismo autor, con las emocionantes Vespro della Beata Vergine dirigidas por Konrad Junghänel al frente de Cantus Cölln. En Vivaldi arrasó Fabio Biondi, especialmente en Las cuatro estaciones, con Europa Galante. Una agradable sorpresa vino del Collegium Cartusanium, de Peter Neumann, con el oratorio Historia de Jepté, de Carissimi. Y, en fin, la gente se deshacía en elogios del contratenor Carlos Mena, de la soprano María Cristina Kiehr, del grupo de Lausanne con Michel Corboz, de Pierlot y su Ricercar Consort, del guitarrista Carles Trepat, de Peter Philips y su Tallis Consort, del clavecinista Pierre Hanthaï y su hechizante Scarlatti, o de la Coral y Sinfónica de la casa con sus directores Gorka Sierra y Juanjo Mena, respectivamente, en un doblete de Vivaldi.

Se hermanaron por un fin de semana a través de la música el Gran Canal de Venecia y la ría de Bilbao, los palos de anclaje coloreados de allá y los restos de atracaderos industriales de aquí, las góndolas y la gabarra. Hace unos años, la plaza Elíptica apareció rodeada de motivos venecianos, en un trabajo del artista José Ibarrola. Ahora, la referencia pictórica se ha trasladado a rebautizar los nombres de las salas de concierto con artistas como Tiziano, Tintoretto, Canaletto, Tiépolo y Guardi.

Actuación de la Orquesta Sinfónica de Bilbao, dirigida por Juanjo Mena, y la Coral de Bilbao.
Actuación de la Orquesta Sinfónica de Bilbao, dirigida por Juanjo Mena, y la Coral de Bilbao.SANTOS CIRILO

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