La cantera valenciana llenó la plaza
A la empresa se le ocurrió que la mejor manera de promocionar el festejo telonero de las Fallas, una novillada con alumnos de L'Escola de Tauromaquia de Valencia, era con entrada gratuita, tanto para abonados como para el público en general. Y acertó. Los taurinos piden a las administraciones que promocionen en la medida de lo posible la fiesta taurina, y lo que posiblemente no saben los taurinos es que los primeros que tienen que promocionar su propio espectáculo son ellos mismos. Ayer en Valencia se demostró. Se accedía al coso con entrada gratuita y la plaza, a las cinco de la tarde, apareció como si de corrida de postín y en día noble de Fallas se tratara. Un acierto. Además no fue público de verbena, aun con el caracter generoso con que se comportó toda la tarde. Fue público respetuoso con las formas de la lidia y también con el fondo del propio espectáculo. La experiencia tiene saldo positivo. La pregunta es bien sencilla, ¿acudiría más gente a las plazas si las entradas fueran más económicas?
Guardiola / Córdoba, Cerezos, Ávila
Seis erales de Salvador Guardiola Fantoni, bien presentados, bravos y nobles.
Iván Córdoba: estocada muy baja (oreja); casi entera baja (oreja). Sergio Cerezos: bajonazo y cinco descabellos -aviso- (saludos); entera caída (oreja). Juan Ávila: pinchazo trasero y tendido -aviso- (saludos); dos pinchazos (oreja).
Plaza de Valencia, 9 de marzo. Primera de Fallas. Lleno.
Un espectáculo fue la novillada de Guardiola Fantoni. Bien hecha, reunida, con cuajo de utreros algunos de ellos y noble, muy noble. De los seis, los lidiados en primero, segundo, cuarto y sexto, fueron más que excelentes; diríase que rayaron lo excepcional por bravura, nobleza y recorrido. El tercero se venció por ambos pitones, y el quinto, que pareció el más exigente, acabó algo parado.
Los tres chavales de L'Escola, defectos técnicos al margen, pasaron con nota alta la prueba. Iván Córdoba, por ejemplo, explotó la nobleza de los novillos a base de temple y armó dos faenas siempre dentro de un concepto clásico. Luego, con la espada, se le fue la mano a los bajos. La faena de Sergio Cerezos al segundo fue una combinación de buen gusto y personalidad, rompiendo la cintura y cargando sorprendentemente la suerte. En el quinto pasó sus apuros. Por su parte, Juan Ávila se recreó muy asentado en el sexto. Faena ligada, en apenas un metro cuadrado de arena y muy abrochada. Con el complicadillo tercero mostró actitud. Aprobaron los tres.
Babelia
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