"Le Monde' es atacado porque rehúsa la razón de Estado"
La información se ha convertido en Francia en un campo de batalla. Cuestionados por un libro que les presenta como "totalitarios" y dedicados al tráfico de influencias, los directivos de Le Monde multiplican las advertencias sobre la facilidad con que otros medios esparcen acusaciones que ellos consideran un puro libelo. "Lo más grave de ese libro es que va contra la libertad de prensa", asegura Edwy Plenel, director de la Redacción de Le Monde, quien ve detrás de esa iniciativa un intento de doblegar al periodismo para que acepte "la razón de Estado".
A su juicio, los autores del libro, Pierre Péan y Philippe Cohen, hicieron un mal trabajo utilizando un testimonio post mortem, atribuido a François Mitterrand, para acusarle (al propio Plenel) de vinculaciones con la CIA; y demuestran una absoluta falta de seriedad construyendo, sobre un comentario anónimo, la teoría de que el vespertino comete malversaciones y falsifica sus cuentas como Enron, la empresa estadounidense convertida en símbolo de la quiebra fraudulenta.
Pero más allá de la calidad del trabajo de los autores, Plenel se pregunta cómo es posible que tales afirmaciones puedan ser reproducidas y promocionadas por otros muchos medios de comunicación, sin verificarlas. "Si nuestro oficio tiene reglas elementales sobre los hechos y las fuentes, lo menos que puede decirse de ese libro es que no las ha respetado", comentó ayer a un grupo de corresponsales extranjeros.
Plenel reconoció "dos cosas útiles, a pesar del libro". La primera es que, a su juicio, la prueba que Le Monde está viviendo concierne a toda la profesión: "Nuestro periódico es atacado porque encarna la investigación, el rechazo de la razón de Estado. La tesis principal de ese libro es que somos un periódico anti-francés. El fondo de ese libro es elogiar el periodismo que acepta la razón de Estado". Todo cuanto se dice sobre las vinculaciones con la CIA responde, a su juicio, a los intereses de los procesados en el sumario por las escuchas telefónicas ilegales que se llevaron a cabo desde el palacio del Elíseo, en época de Mitterrand, y que están aún pendientes de juicio.
"Me quedo estupefacto ante una profesión que prepara ella misma la cuerda con la que sus enemigos quieren ahogarla", añadió Plenel. "Si Le Monde terminara retrocediendo en la exigencia de investigar, se verá afectada toda la profesión periodística".
La segunda enseñanza es la necesidad de acentuar el rigor en las investigaciones, no personalizarlas tanto y adoptar un comportamiento menos arrogante. "Es interesante que se escriba que los peligrosos somos nosotros y no los fabricantes de armas", ironizó Plenel, en referencia a los importantes intereses en medios de comunicación que poseen las empresas Dassault y Lagardère, muy implicadas en la industria del armamento. La revista L'Express, que ofreció la exclusiva de la prepublicación del libro de Péan y Cohen contra Le Monde, está controlada por Socpresse, una empresa periodística propiedad de Dassault al 30%. No obstante, esta circunstancia no lo explica todo: Le Figaro, propiedad igualmente de Socpresse, no ha publicado todavía una línea sobre el libro que afecta a Le Monde.
El presidente del Consejo de Vigilancia de Le Monde, Alain Minc, recordó el jueves por la noche, en un programa televisado: "Nosotros somos el único periódico cuyos accionistas son garantes de la independencia de la Redacción". Se refería al hecho -ciertamente peculiar en el conjunto de los medios de comunicación- de que los periodistas de Le Monde poseen el 34% del capital de su empresa y con ese porcentaje tienen capacidad para bloquear cualquier decisión empresarial que no les parezca conveniente.
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