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Reportaje:

"Hemos visto venir al lobo tantas veces..."

Los vecinos de las zonas afectadas por el proyecto de remodelación del eje Prado-Recoletos opinan sobre el plan

El proyecto de reforma del eje Prado-Recoletos que han hecho público sus arquitectos, el portugués Álvaro Siza y el español Juan Miguel Hernández de León (véase EL PAÍS de ayer), incluye una drástica intervención que supone la demolición de varios edificios para conseguir que el parque del Retiro se expanda hacia el sur hasta llegar al paseo de la Reina Cristina.

El plan especial que define este proyecto ha sido enviado ya por los arquitectos al Ayuntamiento, que lo hará público el próximo 15 de abril. Pero para que el proyecto se convierta en una realidad, todavía deberá pasar varios trámites antes de su aprobación definitiva. Aun así, aunque el proyecto todavía no sea más que eso, un proyecto, una idea que se alzó como ganadora en un concurso convocado por el Ayuntamiento; aunque el ruido de grúas y tractores esté todavía lejos, ya empiezan a escucharse las primeras voces. Unas, críticas; otras, esperanzadas.

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Laura no se llama Laura. Su casa está en la calle de Juan Valera y es una de las que el proyecto de Siza-Hernández de León prevé demoler para ser reconstruida de otra forma. "Mientras leía la noticia en el periódico me iba quedando totalmente bloqueada. Es alucinante, construimos la casa de nuestros sueños hace 12 años y hemos sacrificado muchas cosas para que ahora a alguien se le ocurra tirarla", dijo ayer esta mujer que prefiere que no se conozca su identidad. "Uno se siente con una indefensión absoluta. Como ciudadana me siento agredida porque no se nos ha avisado de nada". Precisamente para evitar estas reacciones, una de las fases por las que aún ha de pasar el proyecto es la de información pública.

Otro vecino de la calle de Agustín Querol, paralela a la de Juan Valera y ambas dentro de la zona afectada por el proyecto, dice: "Habría que levantarse en armas si es necesario, si el proyecto termina llevándose a cabo. Los vecinos deberíamos salir a la calle a protestar, a manifestarnos, porque hay mucho en juego", concluyó.

Ismael Cuesta es el director del colegio Nuestra Señora de Atocha, que, según el plan de los arquitectos, debería tirarse abajo para dejar libre el campanile que ahora se encierra entre sus muros. "Hemos visto venir al lobo tantas veces... Sin ir más lejos, en las últimas elecciones ya se nos dijo que el colegio se tiraría y aquí seguimos", afirmó el profesor. "Es cierto que hay nerviosismo entre el profesorado y los alumnos, que serían los más afectados. Lo cierto es que a mí me encantaría tener un colegio nuevo, con mejores instalaciones. Pero yo invertiría el proceso. Me gustaría escuchar las cosas al revés. Primero construir el nuevo, y luego, demoler el viejo. Es verdad que el colegio fagocita la torre y estaría preciosa sin él".

Otro de los puntos polémicos de este proyecto es la desviación de un mayor flujo de tráfico hacia las calles de Menéndez Pelayo y de Alfonso XII, después de que el peatón gane hasta un 30% más de espacio en el eje Prado-Recoletos. Los vecinos de ambas vías también tienen su opinión al respecto. Para José Ignacio García, que vive en Alfonso XII, la idea es "un disparate, al menos en las actuales circunstancias". "Si ya se forman unos atascos impresionantes en el paso subterráneo a partir de media tarde, ¿cómo va a soportar la calle aún más tráfico?", se pregunta García.

Ligia Maldonado, vecina de Menéndez Pelayo, prefiere mostrarse cauta ante el plan, aunque reconoce que "si se hace bien, podría mejorar la situación de la zona". "De todas formas, veo muy complicado que vaya a salir algo positivo de aquí, y más con la cantidad de vehículos que pasan todos los días", opinó. "Beneficiar a una parte para perjudicar a otra no tiene sentido", sentenció otro vecino.

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