_
_
_
_
_
Reportaje:

De la acrobacia al taconeo

Artistas del Gran Circo Chino celebran sus 100 funciones en España aprendiendo flamenco

Margot Molina

Sun Wenyan dirige un número en el que ella y otras 16 acróbatas se pasean cómodamente sobre una sola bicicleta. Ningún músculo de su cara refleja el más mínimo esfuerzo mientras que Sun Wenyan y sus colegas se convierten en cola de un deslumbrante pavo real. Sin embargo, el ceño de esta artista china de de 26 años se fruncía ayer al ritmo de "tacón, media, tacón" que le marcaba la bailaora Lalo Tejada.

El encuentro de ambas culturas fue el regalo que Salvador Távora, director de La Cuadra, le ofreció al Gran Circo Nacional Chino para celebrar su función número cien en España. La compañía, integrada por 60 artistas de la escuela de circo de Shandong, está en el muelle de las Delicias de Sevilla desde el 20 de febrero y hasta el 9 de marzo. Los artistas, de 14 a 32 años, experimentaron cómo se sienten los 18.000 espectadores que han ido a ver su espectáculo Zensation en Sevilla: boquiabiertos.

Leon Keiren, jefe de producción, cuenta cómo los chicos descubrieron el "embrujo" del flamenco de una forma muy prosaica: el pasado lunes en un tablao. "Se quedaron tan fascinados que Salvador Távora les ofreció esta clase de lujo", explicaba Keiren mientras nueve de los acróbatas se esforzaban por seguir las indicaciones a un ritmo que, hasta para ellos, les debía sonar a chino.

"Los cuerpos rectos, no blandengues. Los hombres no mueven la cadera, sino la pelvis". Las enseñanzas de Lalo Tejada, la bailaora que ha recorrido el mundo protagonizando Carmen, ópera de cornetas y tambores, de Távora; saltaban de boca en boca al ritmo de la guitarra de Manuel Berraquero: español, alemán, chino y viceversa.

Sun Wenyan, como su compañero Zhao Xin, ingresaron en la escuela de circo con 11 años y desde entonces cumplen con una disciplina férrea de entrenamientos que ha convertido al Gran Circo Nacional Chino en uno de los mejores del mundo. Zhao Xin, responsable del número Sombreros saltarines, dijo ayer tras su primera clase de flamenco: "Está lleno de belleza, pero es muy difícil".

"Lo que más me gusta son los movimientos con la cadera", dice Wenyan, quien lleva desde 1996 recorriendo el mundo con el circo y está pensando que cuando se retire, en cuatro años, quiere ser profesora en la escuela de Shandong, para que el reino del más difícil todavía siga dejando un reguero de espectadores boquiabiertos.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Margot Molina
Ha desarrollado su carrera en El PAÍS, la mayor parte en la redacción de Andalucía a la que llegó en 1988. Especializada en Cultura, se ha ocupado también de Educación, Sociedad, Viajes y Gastronomía. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Ha publicado, entre otras, la guía de viajes 'Sevilla de cerca' de Lonely Planet.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_