Hoy, gran votación secreta
Hay gente que hace apuestas -"porras"- acerca de cuántos diputados del PP abandonarán hoy a su jefe en el voto secreto: antes de que cante el gallo. Las opiniones son varias y malignas. Algunos creen que Aznar ha señalado ya a algunos de los suyos que voten en contra; poquitos, para que la mayoría no desaparezca, pero suficientes para que el partido no se quede solo frente a ¡toda! la oposición. Otros de entre los Nacionales creen que habrá socialistas embozados que voten por la guerra: incluso creen que ya han corrompido a algunos. No lo creo: no tienen nada que ganar, la suerte electoral ya está echada al menos para las municipales, y están seguros de que van a conquistar lo impensable, Madrid: Gallardón vendió su alma al jefe para ser su sucesor y ahora puede ocurrir que ni alcalde ni sucesor. Es muy duro para alguien que se ve jefe de Gobierno terminar siendo el portavoz de la derecha municipal, con Ana Botella a su lado destilando doctrina. Ya ves a Mayor: ha pasado a la nada en el Parlamento vasco. Todavía está el primero en la opinión pública como sucesor. Me hace extraño: no advierten que llevó al partido al desastre en el antiterrorismo como ministro de la policía -es mucho más eficaz ahora-, pero sobre todo como autor de la idea de las elecciones vascas, que iban a ser de todas las autonomías: Aznar reunificaría España por la colocación de sus señores feudales en cada una de ellas: no advirtieron que para eso no les quieren. Y que por eso no les van a votar hoy: ni siquiera el curioso señor de Coalición Canaria. No creo que tengan todos problemas de conciencia: esta antigua noción en su vertiente de solidaridad humana y de bien se queda a la puertas del Parlamento, y algunos la lavan en el confesionario, antes y después de votar.
Ayer, Aznar fue duro con su partido. Habló a los Nacionales recordándoles lo que es la Patria, y les indujo otra vez a creer que iraquíes y vascos son lo mismo, y que todos tienen bichos y gases. Recordó a los rojos: su último periódico, Abc -La Razón no tiene peso específico y El Mundo se ha pasado a la paz para no perder lectores-, ya les denuncia: a los catalanes por votar con "socialistas y comunistas" -me suena esto-; a la Trini, porque quiere quitar la banderota de la plaza de Colón. "En España ya no hay más estadista que Aznar", dice Schwartz. ¿No es una pena? (Ah: el madrileño sólo llama "la" antes de su nombre abreviado a la mujer que ama. Por el apellido -la Botella- es otra cosa).
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