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Reportaje:

La delincuencia se adapta a los nuevos tiempos

El mundo del hampa inventa métodos delictivos, con menos riesgo y más beneficio, valiéndose de las tecnologías de vanguardia y de la readaptación de las técnicas de toda la vida

Jorge A. Rodríguez

Los criminales han desarrollado una increíble capacidad de adaptación que les confiere una ventaja evolutiva sobre las fuerzas de seguridad (sus competidores naturales) y las víctimas (su nicho ecológico). Las técnicas delictivas mutan rápidamente porque la delincuencia se beneficia de lo que los genetistas llaman el efecto Baldwind y que puede resumirse (con permiso de James Mark Baldwind) así: el aprendizaje se hace instinto. Este instinto les permite mutarse, inventar nuevos delitos y técnicas, sin olvidar las de toda la vida. Los evolucionistas le llaman a esto la carrera de armamentos, esa que ha hecho que policías y ladrones, a fuerza de perseguirse, hayan perfeccionado sus habilidades. El catálogo de nuevas técnicas es extenso, pero las más de moda son éstas.

Las estafas con tarjetas de crédito, líneas 906 o los sorteos fabulosos se han puesto de moda

- El lazo libanés. Consiste en colocar en las ranuras de los cajeros automáticos un saquito de plástico que simula la abertura. El fondo y el lateral del saquito están hechos de cinta de vídeo, lo que evita que el cajero lea la tarjeta, que queda atascada. Entonces, aparecen los estafadores con el cuento de que a ellos les ha pasado lo mismo y lo han solucionado en un periquete llamando a un número de teléfono. Si la víctima llama, al otro lado de la línea, un compinche suele decirle esto: "Marque en el cajero 1,2,3, luego asterisco y la clave de su tarjeta". Al hacerlo, los samaritanos se quedan con la copla, pero la tarjeta no sale y el inocente se va. Los delincuentes volverán a recuperar la tarjeta: con ésta y la clave, el saldo es suyo.

- El lector y la microcámara. Es un trabajo muy especializado. Requiere sustituir en las puertas de los cajeros automáticos el lector de las bandas magnéticas que abre el pestillo. Con ello, cada vez que un usuario pasa la tarjeta, los malos leen y copian la banda magnética. Además, necesita que se manipule el cuadro de luces del cajero en sí, donde se coloca una microcámara conectada vía radio a un receptor. Así, los delincuentes conocen la banda magnética y ven a la víctima marcar su clave. El afectado sólo se enterará del desastre cuando le llegue el extracto bancario.

- El 906 de pega. Miles de ciudadanos han sufrido esta estafa. Así contó la policía un caso reciente: "Un ciudadano llamó a un 906 por una oferta para extra de cine, pero lo único que consiguió de la persona que estaba al otro lado de la línea fue la dilación innecesaria de la conversación, grandes silencios, petición de datos continua y otras circunstancias, con el consiguiente encarecimiento de la llamada". Se han descubierto timos idénticos y masivos en servicios de empleo, erotismo, tarot... Y ojo con Internet, porque los desaprensivos han colocado enlaces en miles de páginas web que conectan con 906 y retienen la línea. Luego vendrá la factura telefónica.

- El sorteo de vacaciones. Una agencia de viajes, real o ficticia, organiza un sorteo de promoción cuyo premio es una semana gratis en un apartamento en la playa. El contacto se hace por correo y se pide a la víctima que devuelva un cupón con sus datos personales. Los afectados reciben luego una carta informándole de que ha ganado el premio, pero para obtenerlo tiene que abonar 50 euros de gastos de tramitación. Hecho el ingreso, se remite un contrato con las condiciones del premio, pero cuando el afectado intenta ocupar el piso que le ha tocado resulta que ni existe. Una empresa andaluza recaudó así 420.000 euros de unos 8.000 incautos en 2002.

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- Escáner para coches. El robo de coches de gran cilindrada o de lujo, por encargo o de un modelo con gran salida en el mercado, se ha sofisticado. Los ladrones fabrican un escáner con un mando universal de televisión y un ordenador. Con este instrumento, se colocan junto al coche marcado. Cuando su dueño lo abre con el mando a distancia, el aparato de los chorizos detecta el código y el coche queda a su disposición. Los todo-terreno de Audi, Mercedes, BMW y Mitsubitshi son los más apreciados, según la relación entre unidades vendidas y las robadas.

- La tragaperras loca. Hay dos modelos, repartidos por cientos de bares, que sufren fallos de memoria que han sido difundidos por Internet. Primero hay que fijarse en las monedas para cambio que hay en el bar: si hay muchas, la máquina acaba de dar un premio (no conviene) y si hay pocas está cebada. Luego hay que escuchar la caída de las monedas (si van al cajón pagador o al de premios), lo que permite saber el ciclo de premios. Entonces los estafadores juegan para acumular premios menores, detectan qué fallo sufre la máquina que tienen delante y la marean apretando una secuencia de botones. La máquina lo suelta todo y se avería. El fabricante de las "tragaperras locas" supo los fallos y no informó a sus clientes. Un grupo de chinos se ha especializado en esto.

- El timo del negativo. La víctima suele picar con el cebo de una beneficiosa operación de exportación. Los timadores hacen pequeños negocios previos con la víctima para ganarse su confianza y proponerle, más adelante, un suculento asunto que tiene una pega: van a pagar, pero el dinero procede de una subvención, una ayuda o un programa de cooperación, y para moverlo lo han tenido que impregnar de una sustancia que vuelve los billetes blancos, aunque sea dinero negro. "Para que recobren su apariencia", explican a la víctima, "debe poner los billetes blancos en contacto con otros de curso legal y, por negatividad, el papel blanco se hace dinero, pero para eso debe traer una cantidad similar para acelerar el proceso". No hace falta decir más.

- Las cartas nigerianas. Empieza con un anuncio en Internet o prensa, en el que se ofrece participar en una herencia fabulosa (la última conocida era de 20 millones de dólares) a quien pueda pagar los gastos de tramitación y los impuestos para sacar el dinero del país donde está depositado. Los estafadores se aparecen como personas pudientes, moran en hoteles de lujo, alquilan coches... Cuando el deslumbrado primo accede, le ofrecen garantías de que con los 18.600 dólares que aportará (según un caso de noviembre) recibirá varios millones. Cuando los malos tienen el dinero en mano, vuelan. Las víctimas suelen ser empresarios.

- Las empresas buzón. Son sociedades mercantiles inoperantes, que se usan para ofrecer empleo a extranjeros, a quienes se les exigen unos 3.000 euros para obtener dicha oferta. Cuando una de esas empresas tima a un número elevado de personas, cambia de dueño, de forma que si alguien reclama lo lleva claro. Lo que no sabe el estafado es que los nuevos dueños son socios de los primeros. Una trama descubierta hace 15 días constaba de 43 empresas y había estafado en dos meses a 500 inmigrantes.

- Fecha de caducidad. Tiene múltiples variedades, pero la del extintor está de moda. Los delincuentes suelen visitar un bar para fijarse en la fecha de caducidad de los extintores y la empresa que los revisa. Al día siguiente vuelve, en el horario de más lío, haciéndose pasar por agentes de la empresa revisora. Por unos 240 euros revisarán el extintor y lo devolverán en nada, evitándole así al dueño problemas con Industria. Así lo hacen. El afectado se enterará cuando toque la revisión de verdad. En noviembre fue desarticulada una red que estafó a 200 locales en Barcelona.

Consejos para evitar acabar de 'primo'

Las fuerzas de seguridad están hartas de ver cómo la gente cae una y otra vez en las trampas que les ponen los delincuentes, aunque algunas estén tan trilladas como la estampita o el nazareno. "Si todos los años tenemos cientos de esos casos, imagine los miles que tenemos con los nuevos delitos, especialmente los informáticos y los de líneas 906", aseguran fuentes policiales. Por ello, ofrecen consejos para evitar en lo posible acabar convertido en primo o en mirlo blanco.

- En el banco. Cuando saque una gran cantidad de dinero, asegúrese al salir de que no le siguen. Si ve un movimiento extraño, vuelva atrás y reingrese el dinero. Puede que quien le siga pretenda darle un cogotazo. Le abordarán por detrás con un golpe (o un amago de asfixia). En los cajeros, desconfíe de los samaritanos que se ofrezcan a desatascar su tarjeta. Apártese y comunique con su entidad. Le darán el número llamando al 1003.

- En la calle. Las ofertas callejeras para limpiarle una mancha o para echar un bailecito corto son peligrosas. Posiblemente le estén quitando la cartera. Sujete bien el teléfono móvil, especialmente si es caro.

- En Internet. No dé datos personales si no tiene completa seguridad sobre quién los va a recibir. Debe exigir conexiones seguras y asegurarse de que, al transmitir datos delicados, en la parte inferior del navegador Explorer aparece un candado amarillo (en el caso de Nestcape, un candado cerrado).

- Al teléfono. Controle las facturas y compruebe los números a los que se ha llamado, ya que se dan casos de facturación de llamadas no hechas. No dé su número a desconocidos que lo pidan y cuelgue rápido ante llamadas equivocadas, ya que pueden pretender desviarle una línea. No acepte un cobro revertido de un desconocido.

- En el coche. Si su coche es de lujo, no lo deje abierto ni para pagar en la gasolinera. Si le falla el mando a distancia e inmediatamente vuelve a funcionar, puede que se lo estén interceptando. Toda medida de seguridad vale. Si el coche de al lado ofrece más facilidades, los ladrones tenderán a escogerlo. Existe un sistema de localizador por satélite que permite inmovilizar el coche con una llamada de teléfono. Puede ser un antirrobo eficaz.

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Sobre la firma

Jorge A. Rodríguez
Redactor jefe digital en España y profesor de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS. Debutó en el Diario Sur de Málaga, siguió en RNE, pasó a la agencia OTR Press (Grupo Z) y llegó a EL PAÍS. Ha cubierto íntegros casos como el 11-M, el final de ETA, Arny, el naufragio del 'Prestige', los disturbios del Ejido... y muchos crímenes (jorgear@elpais.es)

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