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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Ahora, las vallas de Teófila

Es cierto y demostrado que a Teo y al Partido Popular no le va el verde, como rezaba un titular de prensa no hace mucho. Al margen de otros logros positivos y machaconamente publicitados, desde que tomó la alcaldía de Cádiz hace casi ocho años aún no ha inaugurado un solo parque de los proyectados, la gestión privatizada de las zonas verdes es más que mejorable y la práctica totalidad de las plazas que ha estrenado son grises y duras porque carecen de jardines o tienen una presencia testimonial en forma de macetones.

Ahora, y por mor del vandalismo, toca cercar con vallas que superan los dos metros de altura las pequeñas plazas ajardinadas que van quedando. Pequeños oasis verdes, encorsetados ya hoy por altas edificaciones y el tráfico circundante, que iremos contemplando a través de antipáticas verjas desde las aceras. La barrera visual y psicológica que supone enrejar los pocos espacios públicos disponibles en una ciudad tan comprimida como la nuestra, repercutirá negativamente en su calidad de vida y el ciudadano contará, sin reparar en ello, con un factor más de agobio derivado de este aislamiento de sus espacios libres. Lo cierto es que una reciente encuesta mostró el rechazo mayoritario de los opinantes a la colocación de estos vallados.

Pero entonces, ¿qué hacemos con el vandalismo? En una sociedad teleadicta y poco ejemplar, que ofrece escasas oportunidades y desdeña el valor del esfuerzo común, que no escucha, manipula y mima hasta el exceso a sus más jóvenes, donde lo cómodo es decirles siempre sí cuando a veces conviene decirles no, poco se puede hacer. Mientras vamos rectificando, es bien sensato retirar esas vallas y aplicar otra política menos coercitiva y controladora de los espacios abiertos, siempre injusta con la mayoría y poco efectiva con la minoría agresiva. En la capital con más paro de Europa es incomprensible el reducidísimo cuerpo de guardajardines existente, en el que cada uno de sus miembros tiene asignada la custodia de varias plazas al mismo tiempo, como bien reconoce la delegación de Parques.

En definitiva, menos propaganda entusiasta y más empleo. Una mayor preocupación del vecindario por el bien público y la propia colaboración ciudadana harían el resto.

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