Niños a 200 kilómetros por hora
Pol Espargaró (11 años) y Pere Tutusaus (12) disputarán el Campeonato de Cataluña de 125cc
Sólo tienen 11 y 12 años, pero el próximo 1 de marzo comenzarán a disputar el Campeonato de Cataluña de motociclismo de velocidad de 125cc en un equipo patrocinado por el Real Automóvil Club de Catalunya (RACC). La primera prueba la correrán en el circuito de Montmeló y, por tanto, Pol Espargaró y Pere Tutusaus, los dos niños que debutarán este año, alcanzarán los 200 kilómetros por hora en la recta de boxes del circuito catalán.
¿Es una exigencia excesiva? ¿Puede suponer una carga psicológica insuperable? ¿Es una irresponsabilidad por parte de los padres y los organizadores? Ya se ha dicho muchas veces que estos niños prodigio no podrán obtener el carnet de conducir hasta los 18 años y que, por tanto, no pueden circular por ninguna vía pública. "Y ahí radica básicamente la cuestión", asegura Joan Moreta, responsable de motos en el RACC y vicepresidente de las federaciones catalana y española de motociclismo. "Son niños y alcanzan unas velocidades que asustan. Pero compiten en un circuito cerrado, con unas medidas de seguridad que no tienen las carreteras y con unas máquinas cuidadas al detalle. Es muy seguro".
Sin embargo, existe un riesgo. Correr a 200 por hora supone que un despiste puede convertirse en una catástrofe. Y eso sería mucho más lamentable si le ocurriera a un niño que, de alguna forma, está siendo empujado a avanzar cada vez más rápidamente en el mundo de la competición. "Pere Tutusaus", agrega Moreta, "corrió el año pasado en el Open RACC en 50cc y ganó seis carreras de un total de siete con una ventaja de medio circuito. Su evolución no puede frenarse, sería un disparate. Su caso y el de Espargaró son similares al de Toni Elías, Daniel Pedrosa y Joan Olivé. Corren riesgos, pero limitados: los circuitos son muy seguros, tienen buenos equipamientos, incluso UVI, y ellos son de goma".
Para poder dar el salto de categoría es indispensable el permiso de los padres y la licencia especial de la Federación Catalana. Sin embargo, los padres nunca se oponen. Al contrario. Normalmente, son personas aficionadas a las motos de toda la vida y que han puesto todos los medios para que sus hijos evolucionen en la competición. "Son niños que van en moto desde los 3 o los 4 años", asegura Pere Tutusaus Millán, el padre de Pere; "mi hijo tuvo su primera moto a los dos años: una Yamaha Piw que le compró su madre. No tuvimos que explicarle nada. Cuando subió por primera vez, ya utilizó bien los frenos y el gas. Y a los cinco años disputó su primera carrera. Quedó tercero en una pequeña carrera de enduro. A los seis ganó el campeonato. Y con 11, el año pasado, acabó tercero en una carrera en Portland (Estados Unidos) compitiendo con una Metrakit de 50cc con chicos de más de 20 años que corrían con máquinas de 80cc". "¿Hay peligro?", se pregunta el padre. "Sí. Pero no pienso en ello. Sólo sufro cuando puede ganar una carrera y le quedan pocas vueltas. En cambio, creo que competir a esa edad le ha hecho madurar y le ha dado una buena educación vial para no hacer caballitos en la calle o no ponerse el casco".
El propio Pere Tutusaus, que cumplió 12 años en octubre, lo tiene claro: "Es mejor no pensar en el peligro. Si lo haces, no puedes competir. Si me caigo, llevo buenas protecciones: el casco, la protección para la espalda, el mono". Sin embargo, confiesa que en su primer entrenamiento, en Montmeló, se quedó sorprendido al comprobar que superó los 200 kilómetros por hora y que Pol Espargaró, de 11 años, alcanzó los 207. "Nunca había ido tan rápido", explica; "lo noté al final de la recta porque el casco me estaba apretando la cabeza hacia atrás. Fue una impresión nueva e inesperada. Pero en la segunda vuelta ya iba a saco".
El Campeonato de Cataluña de 125cc consta de seis carreras, que se disputan entre Montmeló y Calafat. Las pruebas duran entre 35 y 40 minutos. "Fisiológicamente, es un esfuerzo soportable para ellos", asegura el doctor Jaume Perramon, traumatólogo especializado en medicina deportiva y que ha trabajado con varios pilotos de alto nivel. "Hay riesgo, pero son niños muy centrados y sus jefes de equipo no les exigen más de lo que pueden dar. Es cierto que pueden sufrir un accidente, pero en otros deportes también. En gimnasia se producen lesiones de sobrecarga que no se dan en motociclismo".
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