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TIROS LIBRES | BALONCESTO | Copa del Rey
Columna
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Altos contra bajos

Para el común de los mortales, el baloncesto es un juego para gente alta. Ahora bien, no hay que olvidar que la altura, como casi todo, es relativo. Es más, este deporte basa uno de sus grandes atractivos en que posibilita la lucha desigual en centímetros o kilos. Es muy bonito ver a dos moles peleando por una posición, pero donde el baloncesto adquiere una belleza inigualable es cuando los físicos desiguales dirimen una batalla en la que cada uno debe intentar sacar provecho de sus bazas. La historia de esta grandísima final de Copa fue un cuento sobre la lucha admirable de un equipo pequeño en centímetros pero inconmensurable en corazón frente a otro inclemente en su poderío físico. Ganaron los grandes, los altos, pero sufriendo de lo lindo ante el emocionante empuje de los jugadores del Tau.

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Una vez transcurrido el primer cuarto, en el que el Barça puso el rodillo en marcha y estuvo en un tris de liquidar la contienda antes de tiempo, el Tau se dio cuenta de que jugando al ritmo de Bodiroga o Dueñas, la cosa pintaba muy mal. Ivanovic dejó la heterodoxia a un lado y planteó una apasionante lucha intentando llevar la batalla por otros derroteros de mayor viveza y sobre todo lejos del aro, espacio en el que Dueñas era como una pared de medio metro de espesor donde chocaban como mosquitos los aguerridos vitorianos. El Tau subió las revoluciones de su juego con Calderón y a partir de ahí jugó con un solo pívot, e incluso con medio, pues Scola o Gadou se iban a seis metros intentando sacar al gigante de su guarida. Esta táctica igualó el debate, colocándolo en un plano fuera de lo habitual y extraordinariamente atractivo desde el punto de vista táctico, pues cada equipo se dispuso a aprovecharse de sus ventajas incidiendo en las desventajas del rival. Ya lo dice el manual, el baloncesto es un juego donde se trata de aprovecharte de los desequilibrios. El Barça tiraba de centímetros con Dueñas, con Fucka, con Bodiroga o De la Fuente en posiciones cercanas al aro. El Tau, en cambio, se reencontraba con su talismán Bennett, que fue el primero que tuvo claro que si iban a ganar el partido tenía que ser por fuera. Se puso a tirar de tres y llevó el partido hasta su agónico final.

Ganó el Barça por su arsenal, por su incomparable capacidad en finales igualados (le tocó sentenciar a Jakicevicius), por tener a Dueñas, por llevar al agotamiento al Tau. Perdieron los ya ex campeones porque Bennett estuvo muy solo en los tiros exteriores, porque si bien Paladino tuvo muchos minutos en cancha por su gran defensa a Bodiroga, en ataque falló como una escopeta de feria, o porque Nocioni es un jabato de fiereza indomable al que le faltó que su acierto fuese en concordancia con su empeño. En definitiva, asistimos a un gran partido con un gran campeón, al que hace aún más grande el admirable coraje con que se batió su adversario. Enhorabuena a los dos.

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