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Homenaje a los brigadistas internacionales en el Jarama

50 personas de cuatro países rinden tributo al batallón que frenó el avance de los franquistas

Medio centenar de personas de todas las edades y de cuatro nacionalidades, desde una niña española de nueve años hasta un anciano irlandés de 87, se reunieron ayer en una colina batida por el viento. A lo lejos, a poco más de 30 kilómetros, Madrid, atrapado bajo la lluvia entre nubes de plomo. A su derecha, olivos. A su izquierda, encinas. Y a sus pies, el hilo refulgente de un río de plateadas aguas que discurren mansas hacia el Tajo. Si las cosas van bien, todo ese contorno quedará muy pronto integrado en el Parque Histórico del Jarama, uno de los escenarios más encarnizados -y heroicos- de la Guerra Civil española.

En ese paraje, precisamente, hace 66 años, muchachos británicos e irlandeses pobremente armados, mal uniformados y sin apenas alimentos, lograron detener el curso de una ofensiva que, hasta entonces, era un paseo militar para el bando del general Franco. Ellos, republicanos, formaban parte del Batallón Británico de la XV Brigada Internacional. Con su arrojo, aquellos mozalbetes consiguieron lo imposible. Frenar un empuje de los legionarios y los moros con el que, en apenas cuatro días de aquel febrero de 1937, se habían enseñoreado de gran parte del valle del Jarama en su avance hacia Madrid.

Lo lograron a partir de lo que los británicos e irlandeses de aquel batallón llamaron Suicide Hill (la Colina de los Suicidas). La instalación allí de ametralladoras fue crucial para sujetar aquel avance que todos, menos ellos, creyeron incontenible. Dos de cada tres miembros de su batallón sucumbieron. Pero ayer, uno de los supervivientes de aquellos días de hierro, Bob Doyle, irlandés de 87 años, rindió tributo al jefe de aquellos jóvenes caído heroicamente en las primeras fechas de aquel combate: Kit Conway. Con lágrimas en los ojos, Doyle, irlandés de Dublín, miró hacia un montoncito de piedras allí colocado con un cartel donde se leía: "Kit Conway, Chistopher Laudwell, Bill Briskey, Eamon McGrotty y otros doscientos voluntarios de la XV Brigada Internacional. Salud". Apenas pudo articular unas palabras, porque la emoción y el sollozo se trenzaron sobre su rostro, curtido en cien combates.

¿Cómo definiría a Conway con una sola palabra, Bob? "Camarada", responde Doyle. Él es uno de los pocos de entre los 35.000 combatientes internacionalistas que sobrevivió a la Guerra Civil y que aún vive. Manuel García Heras, profesor y dramaturgo presente ayer junto a la Colina de los Suicidas, leyó un poema de Miguel Hernández dedicado a Kit, Bob, Chris, Bill, Eamon y todos sus compañeros: "Si hay hombres que contienen un alma sin fronteras, una esparcida frente de mundiales cabellos, cubierta de horizontes, barcos y cordilleras, con arena y con nieve, tú eres uno de aquéllos".

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