El Barça atropella al Betis
La efectividad azulgrana deja sin respuesta a un Betis que erró en las dos porterías
No hay quien pare al Barcelona de tan deprisa como viaja, inalcanzable para cualquier adversario, tocado por la gracia de Dios cuando ataca y aliado con el diablo en la defensa de su portería, siempre favorecido en todos los lances del partido. Juegan los azulgrana con una velocidad de vértigo, inmunes a cualquier peligro, poniendo siempre los goles de ventaja suficientes para que se hable más del marcador que se discuta sobre el juego. Imposible encontrar resuello en la desbocada carrera azulgrana por desembarazarse de los malos y atrapar a los buenos, una frontera muy bien marcada por el partido de ayer en el sorprendido Camp Nou, que ha pasado de ser una sala de tortura para convertirse en un escenario donde se baila la ola, cosa por otra parte no muy a tono con la hinchada azulgrana.
BARCELONA 4 - BETIS 0
Barcelona: Bonano; Reiziger, Puyol, Frank de Boer, Sorín; Overmars (Luis Enrique, m. 40), Xavi, Cocu, Mendieta (Riquelme, m. 67); Saviola (Dani, m. 78) y Kluivert. Betis: Prats; Varela, Melli, Filipescu (Rivas, m. 45), Mingo (César, m. 67); Arzu; Joaquín, Capi (Calado, m. 66), Cañas, Denilson; y Fernando. Goles: 1-0. M.1. Reiziger saca un fuera de banda desde la derecha , Kluivert peina en el primer palo ante Filipescu y Saviola remata. 2-0. M. 5. Overmars saca un córner y Cocu cabecea a la red. 3-0. M. 40. Xavi saca una falta desde la lateral, Prats rechaza de puños y Saviola remata a la red. 4-0. M. 54. Luis Enrique abre para la derecha hacia Reiziger, quien centra al segundo palo para Mendieta, cuyo remate en semifallo y remacha Saviola a gol en posición dudosa. Árbitro: Puentes Leira. Gallego. Mostró la tarjeta amarilla a Melli, Filipescu, Luis Enrique y a César (suplente del Betis). Camp Nou: Unos 67.000 espectadores. Overmars fue sustituido por una lesión muscular que le impedirá jugar el miércoles en Milán.
Tiene prisa el Barcelona, y encuentros y rivales como los de anoche le ayudan a recuperar el tiempo perdido. A la revitalización azulgrana ha contribuido decisivamente la llegada de Antic, no sólo por su sentido común en la recolocación del equipo sobre el campo y la optimización de los recursos sino por su extremado gusto por los detalles. Un fuera de banda, un córner y un libre indirecto, tres jugadas muy preparadas, le proporcionaron tres goles frente a un Betis tan futbolero como dicharachero, igualmente negado defendiendo que atacando, tal que una gitana le hubiera echado una maldición nada más salir de Sevilla.
Le faltó tiempo a Víctor Fernández para anunciar que Arzú jugaría de libre, por delante y por detrás de los centrales, en función del equipo que tuviera la pelota, y el Betis ya había tomado el primero en una jugada que se comieron justamente los dos jugadores que habían salido con el libro de instrucciones del técnico: Filipescu, al que Kluivert ganó en el salto, y Arzu, pillado a contrapie por Saviola, que corre que se las pela y las mete como en sus mejores tiempos en River.
La determinación de Saviola y las prolongaciones de Kluivert han desarmado a cuantas defensas se les han puesto enfrente. Rapidos y directos con el cuero en juego, los azulgrana se muestran también infalibles a balón parado, en las jugadas de estrategia, donde Cocu no perdona una. El capitán tocó a rebato ante la llegada del Betis, reclamando revancha, dispuesto a devolverle uno por uno los tres goles encajados en la ida. Y así fue.
Jugó ayer el Betis más o menos como el Barcelona de Van Gal en Huelva, cuando el 3-0, y el Betis lo hizo como el Barça entonces. Tuvieron la pelota los verdiblancos, gobernaron mayormente el encuentro, dispararon a portería con frecuencia -hasta tres veces remataron al palo- y, sin embargo ya habían cargado con tres goles antes de alcanzar el descanso y encajaron el cuarto de propina en el arranque del segundo acto en un centro de Reiziger que no se había visto en la vida, y el holandés ya lleva unos cuantos años en el Camp Nou.
Bonano estuvo tan acertado como faltos de puntería se vio a los delanteros del Betis, rebajado por las bajas, falto de pegada, incapaz de encontrar un punto de inflexión en el choque. Para desdicha verdiblanca, Overmars se retiró por un pinchazo muscular y salió a escena Luis Enrique, un futbolista cuya voracidad no tiene límites, y más cuando los partidos tienen un punto de picante como el que estaba en litigio. El asturiano se arremangó como si el partido no estuviera ya listo, y encendió a la hinchada al tiempo que calentaba al Betis,
Las escaramuzas de Luis Enrique ayudaron a pasar el rato en un partido que invitaba a volver la vista atrás, sobre todo por los tres goles de Saviola, certero, afilado, eficaz. Con el viento a favor, Antic no perdió el tiempo y fue relevando a cuantos jugadores merecían el aplauso de la afición, como el propio Saviola o Mendieta - especialmente esforzado- mientras les sustituía por futbolistas que necesitan de una palmada a la espalda para recuperar el ánimo, y entre ellos Dani y Riquelme.
Perdió el Barcelona las costuras de equipo, aunque el Betis no supo como meterle mano. La efectividad azulgrana dejó sin respuesta a los verdiblancos, que erraron en las dos áreas después de ser mejores en el entrejuego. No estuvo el Barcelona tan lúcido como frente al Inter, pero sí más autoritario incluso que ante el Espanyol, donde comenzó su recuperación. De la mano de Antic, los azulgrana han recuperado la iniciativa y la confianza, y se disponen a remontar posiciones en la tabla ante un calendario que parece más benigno que nunca. El próximo reto está el domingo en el Sadar. Overmars es duda, pero Saviola parece bastarse para poner al Barcelona a salvo en cualquier partido.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.