Kornegay decide al final
La muñeca del pívot del Unicaja acaba con el Joventut
En un final agónico, apretado al límite, de aquellos que anuncia prórroga, el Unicaja trenzó su mejor jugada del partido, la más certera, dominó el tempo, calculó con matemática perfecta, se encomendó a la muñeca de Kornegay y acabó doblegando a un Joventut que ya no supo qué más hacer con los dos segundos de esperanza que le quedaban. Se habían plantado en los últimos 26 segundos empatados a 75, con posesión para los malagueños. El acierto otorgaba el salvoconducto hacia las semifinales y, en el momento decisivo, el equipo de Maljkovic, no falló. Movió el balón con cabeza, apuró al máximo el tiempo de posesión y, en el último segundo, Kornegay se catapultó hacia el aro. No hubo canasta pero sí personal y dos tiros. Casi llorando entró el primero; ya más decidido, el segundo. 77-75 y golpe directo en el rostro del Joventut, que ya no reaccionó.
DKV JOVENTUT 77 - UNICAJA MÁLAGA 75
Unicaja: Sonko (0), Cabezas (8), Risacher (8), Okulaja (16), Kornegay (10) -cinco inicial-; Bullok (13), Weis (3), Wojcik (2), Roger (15) y Berni (2). DKV Joventut: Marco (10), Vázquez (18), Radulovic (17), Bueno (2), Tabak (16) -cinco inicial-; Jofresa (4), Espil (5) y Labeyrie (3). Árbitros: Ramos, Martín B. y Requena. Pabellón Font de Sant Lluis de Valencia. Unos 8.000 espectadores. Primer partido de la segunda jornada de los cuartos de final de la Copa del Rey.
El ajustado final resume a la perfección un encuentro que se igualó por el desacierto. Si mal estuvo el Joventut desde el perímetro, especialmente en los dos primeros cuartos, no mejor estuvo el Unicaja que no llegó a un 40% de acierto desde el exterior. "¡Defensa, defensa!", se desgañitaban los seguidores malagueños desde la grada. Pero ni siquiera el pobre marcador fue mérito de la retaguardia; el reiterado desacierto de ambos equipos les facilitó, y de qué manera, el trabajo.
Jugaron Unicaja y Joventut un partido siempre a rachas, dosificando, abriendo y cerrando gas, como si tuvieran miedo de quemar demasiadas fuerzas antes de la hora de la verdad. Así, a un momento de inspiración de los malagueños, le seguía otro desastroso, que, a su vez, aprovechaba el Joventut para mantenerse en la pelea o a la inversa. Porque el encuentro nunca tuvo un claro dominador. Lo pareció el Unicaja en los dos primeros cuartos cuando a los verdinegros sólo los aguantaba la casi insultante superioridad de Tabak en zona propia y ajena y el buen manejo de Marco, también de cara al aro. Se desperezó después el Joventut, con el despertar de Radulovic, ya en el tercer cuarto, y trató de encauzar su momentánea superioridad. No lo logró. Cada vez que los de Comas pretendían avanzar un nuevo paso, Unicaja encontraba su hombre inspirado. Lo fue por momentos Weis, con más frecuencia el pequeño y veloz Bullock y, en momentos decisivos, Roger y Okulaja. Sus triples, a final del penúltimo cuarto, ahogaron de nuevo el ligero respiro verdinegro. Fue en esas circunstancias cuando la amplitud de banquillo y de recursos del conjunto de Maljkovic quedó patente. Que una pieza no funcionaba, el técnico serbio miraba al banco y encontraba recambio. Comas, en cambio, no pudo mover más de ocho piezas.
Entrados en el cuarto final, Unicaja pareció decidido a sentenciar el encuentro. Aprovechó el bajón defensivo del Joventut, se procuró una ventaja de ocho puntos (65-57) y se echó a dormir. Craso error. Como una pesadilla, con tres triples consecutivos, los verdinegros perturbaron de nuevo su sueño. Y así, apretaditos, llegaron al momento final. En el que decidió Kornegay.
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