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FÚTBOL | La jornada de Liga

El plante de Morientes no tendrá castigo

Del Bosque perdona el insulto del madridista y su negativa a jugar ante el Borussia

Diego Torres

Nadie en el Madrid, ni el técnico, Vicente del Bosque, ni el director general deportivo, Jorge Valdano, ni sus compañeros consultados, consideró públicamente ayer que la reacción de Morientes en los últimos minutos del partido de la Liga de Campeones contra el Borussia de Dortmund, en el estadio Bernabéu, fuera un hecho grave. El delantero insultó a Del Bosque y se negó a saltar al campo cuando el técnico se lo pidió, a escasos instantes del final. Morientes está harto de calentar sus músculos en la banda en cada partido para terminar jugando apenas unos instantes. Ya no soporta lo que entiende como una situación marginal, relegado a la segunda fila del equipo y sin crédito en el club, que, aunque sin éxito, intentó traspasarle el verano pasado. En realidad, es el jugador menos utilizado de la plantilla: 494 minutos entre todas las competiciones -Portillo, por ejemplo, lleva 523- y ningún gol.

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Su último acto de rebeldía no mejorará, de seguro, sus relaciones con Del Bosque y mucho menos con el presidente, Florentino Pérez, quien tiene la impresión de que Morientes, que ayer no quiso hacer declaración alguna, es un futbolista sobrevalorado que cobra un sueldo desproporcionado para su escasa rentabilidad.

Del Bosque, sin embargo, restó trascendencia al asunto. Le molestó más la filtración. "En esta entidad gozamos de una disciplina alabada por todos", comentó; "pero, claro, no todos pueden estar satisfechos con su situación. Así que en algunos momentos se producen incidencias que no tienen que pasar a mayores y que son consecuencia de una familia tan amplia como la nuestra. Es verdad que al final del encuentro del otro día se produjo un hecho, pero al día siguiente el jugador se disculpó de manera rápida y cordial sabiendo que no había estado acertado. Y... aquí paz y después gloria".

"No creo que haya que dramatizar la situación", prosiguió Del Bosque; "lo llevo con tranquilidad. Incluso soy positivo. Soy partidario de alabar al jugador antes que de repartir reprimendas. Seguro que alguna vez habréis mandado a tomar... viento a alguno devuestros superiores. Cuando un padre de familia tiene que sancionar por imposición, mal asunto. Prefiero la disciplina razonada. Nunca voy a quitar dinero a los futbolistas por puro principio".

A su vez, Jorge Valdano habló como si la rabieta de Morientes fuese un problema menor: "He sido jugador y entrenador y le doy mucha más importancia al perdón espontáneo y a la recobrada tranquilidad que al pronto en un final de partido. Estamos cansados de ver estas cosas en el fútbol. Si se toman medidas disciplinarias será a instancias del entrenador". Valdano valoró a Morientes como un futbolista "muy importante" en la historia reciente del Madrid, "pero con poco protagonismo últimamente". Y puntualizó que no se puede analizar lo sucedido sin tener en cuenta su currículo: "Una persona encantadora y un profesional ejemplar".

La decadencia madridista de Morientes no es un hecho sobrevenido de repente. El cacereño (1976) lleva dos cursos de paulatina opacidad que contrastan con su brillante actuación entre 1997 y 2000, cuando participó activamente en la conquista de dos Copas de Europa. Ahora, rodeado de delanteros que tienen preferencia sobre él, no es capaz de asumir su rol secundario sin perder la calma. Cuando no ha sufrido lesiones, ha padecido depresiones y se le ha visto lento y fuera de sitio, quizá algo abrumado. Salvo en el Mundial, en la que su rendimiento se pareció al de su mejor etapa -aunque se negó a tirar un penalti en la tanda ante Corea del Sur-, se ha ido apagando según le salían competidores: Figo y Guti; Zidane y Portillo; Ronaldo. Incluso sus compañeros se han asombrado al verle tan bajo de forma.

Desde hace un año, los comentarios sobre el traspaso de Morientes han arreciado: se habló del Roma, del Tottenham, y, finalmente, el Madrid intentó transferirle al Inter o el Barcelona en una operación que terminó en un chasco.

Hace una temporada, irritado ante los comentarios acerca de su salida del club y sin apenas haber jugado, Morientes ya declaró que pensaba irse: "Si no me quieren, me marcho". Cuatro meses más tarde, su fallido traspaso al Barça, en plena disputa de la final de la Supercopa europea, en Mónaco, desencadenó una crisis insólita. Los capitanes, con Raúl y Hierro al frente, pidieron explicaciones al presidente por la falta de consideración que se había tenido al apartar a Morientes de la concentración en la víspera.

Pérez había hecho de la venta de Morientes un objetivo privilegiado: sus cerca de 1,8 millones de euros de ficha anual hasta 2006, su escaso tirón publicitario y su aparente estancamiento deportivo, le convertían en prescindible. El delantero ha hecho, no obstante, todo lo posible por permanecer en el Madrid, en el que se siente bien pagado y está acompañado por un grupo de buenos amigos.

Morientes, en un partido del Madrid en 1999.
Morientes, en un partido del Madrid en 1999.ULY MARTÍN

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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