"La música contemporánea tiene que reconciliarse con la noción de placer"
El lunes 24 de febrero, la Ópera de la Bastilla de París acogerá el estreno mundial de Perelà, l'homme de fumée, la cuarta ópera de Pascal Dusapin (Nancy, 1955), un espectáculo puesto en escena por Peter Mussbach y con dirección musical de James Conlon. Para Dusapin, "mis tres primeras óperas surgían de un proyecto musical, teórico, casi conceptual. Roméo & Juliette (1988) es un primer intento de ópera, Medeamaterial (1991) está concebida para experimentar con el gran solo lírico y trágico, y To Be Sung (1993) es una ópera de cámara plana, sin momentos culminantes. Perelà, l'homme de fumée nace realmente del texto, la música surge del deseo de hacer vivir el texto de otra manera, de mi historia de amor con él. El reto está ahí, en un relato que es, al mismo tiempo, bufo y grandioso, sombrío y cómico, vital y melancólico, que permite tender puentes hacia el mundo de un Fellini". Y aunque Dusapin sea francés y la producción parisiense, la ópera es en italiano. "Es un idioma que me gusta, que amo y que, como muchos franceses, relaciono de manera inmediata con la música. Además, y eso es fundamental, partía de una obra escrita en dicha lengua, que por sí misma ya es un material sonoro. Cada idioma tiene su manera de entonar. No es lo mismo componer para el francés que hacerlo para el alemán o el italiano, las relaciones acústicas que se crean son distintas".
Dusapin reclama como úni-
ca filiación musical la de alumno de Iannis Xenakis entre 1974 y 1978. "Su música me parece formidable, atravesada por un gran sentido del humor incluso cuando es más reflexiva. Los de mi generación hemos sido educados en el odio al público, en una tradición de elogio de lo minoritario. Pierre Boulez, al que respeto muchísimo, ha luchado durante años por llenar salas de 200 plazas. Nosotros íbamos a escuchar música que eran juegos de lenguaje o, mejor dicho, de gramática, y pensábamos que quien no se interesaba por ello era estúpido, que ésa era la médula de la música. Estábamos peleados con el placer, con el hedonismo. Webern o Schoenberg son grandísimos compositores, figuran entre mis preferidos, como Beckett es un enorme escritor que me entusiasma, pero no puedes pretender que siempre te apetezca escucharlos o leerlo, que la gente que no entra en su mundo sea idiota. Sabe, Luigi Nonno es formidable pero hoy sus seguidores han caído en otro academicismo, como lo hacen quienes se toman al pie de la letra las reflexiones de un John Adams. Hoy en el conservatorio puedes elegir si quieres trabajar en la línea del free-jazz, si dedicarte a hacer bandas sonoras para filmes, si continuas la aventura atonal, si lo tuyo es la tradición clásica. Lo importante es que ese aprendizaje no te asfixie".
La Ópera de la Bastilla, aunque procura mantener una atención evidente hacia el repertorio de grandes títulos, también se embarca cada año en la producción de algún estreno mundial y en el de varias nuevas producciones. Para Dusapin, "este encargo ha coincidido con mi deseo de trabajar en un proyecto de gran formato, con muchos personajes y cambios de tono y registro. Es una obra narrativa, con una historia y una progresión dramática. Mi manera de trabajar el papel de la orquesta también ha cambiado pues aquí es un personaje altamente psicológico, que acompaña o ilustra situaciones".
Autor de más de setenta obras, Dusapin ha escrito sobre todo para cuartetos de cuerda con la particularidad de no servirse nunca del piano. "La razón es muy simple: soy un pésimo pianista y mantengo una relación conflictiva con ese instrumento. Ha compuesto también un concierto para piano, pero en esta ópera el piano vuelve a estar ausente".
De su formación profesional guarda un gran recuerdo de los dos años que estuvo como residente de la orquesta sinfónica de Lyón. "El contacto diario con los músicos te enseña el oficio, es algo que me encanta. No has de escribir nunca música que tú no seas capaz de explicar, no puedes inventarte ritmos que no sepas seguir. Los músicos están dispuestos a tocar tu música aunque no les agrade especialmente y a hacerlo de la mejor manera posible, pero necesitan entenderla, debes ser capaz de explicársela".
Interesado por la arquitec-
tura, el cine y la creación plástica, Dusapin ha procurado mirar más allá de la estricta especialidad musical. "La música te exige una dedicación casi militar. Lo veo también con la hija de un amigo a la que dediqué una obra cuando nació. Hoy tiene 11 años y estudia baile clásico. Lo que hace cada día requiere una disciplina extraordinaria. De momento la acepta con entusiasmo y es admirable ver lo que ya es capaz de hacer. Desde muy pequeño la música te absorbe y puede cortarte del mundo. En sí misma tiene una extraordinaria exigencia de rigor moral, pero al mismo tiempo te deja al margen del mundo, del resto de los mortales, de las contradicciones de tu época y de tu generación. Los músicos tenemos algo de niños grandes, nuestra especialidad nos protege, pero también nos condena. Un músico está obligado a conseguir el éxtasis, mientras que hoy un artista plástico es un sociólogo, casi un político. Para él, la belleza no es un problema".
Un clásico del futurismo italiano
PERELÀ, L'HOMME de fumée es una libre adaptación de un clásico moderno de la literatura italiana, un texto de Aldo Palazzeschi (1885-1974) publicado en 1911 pero que no tuvo traducción al francés hasta 1993. "Es una cumbre de la literatura moderna. El título real de la obra que he adaptado es Il codice di Perelà y es un texto con una evidente dimensión crística y metafísica pero también es una farsa. Nunca sabemos nada de ese famoso código que inventa el héroe, ese Perelà recibido como un salvador y que acaba siendo condenado. Son los excesos del amor".
Palazzeschi, un toscano amigo de De Chirico, Ungaretti, Gadda y Marinetti, era un tipo que tenía por divisa el verso: "¡Dejad que me divierta!".
Sus primeros libros fueron editados por Cesare Blanc, que no era otro que uno de los gatos del poeta.
"Hoy existe un círculo de fanáticos de Palazzeschi y de su codice. Espero que me perdonaran el que sólo haya conservado nueve de los dieciséis capítulos del libro y que le haya añadido otro, así como el que haya querido darle un poco de consistencia al hombre de humo".
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