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MI AVENTURA | EL VIAJERO HABITUAL
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

En el techo de un tren andino

EL ESPECTÁCULO en la estación de ferrocarril de Riobamba tiene varios elementos para resultar sugerente. Los trenes parecen salidos de La conquista del Oeste; hay todo tipo de vendedores y los viajeros no esperan el aviso de "viajeros al tren", sino más bien el de "viajeros sobre el tren". Y es que una de las gracias del recorrido es ésta, viajar sobre el techo del tren, hacia un picacho llamado La Nariz del Diablo, a lo largo de un infernal descenso zigzagueante en la llamada Avenida de los Volcanes de los Andes ecuatorianos.

El tren sale con puntualidad de Riobamba. Buena parte de los viajeros, bien abrigados y sentados en almohadillas alquiladas por un dólar, hemos optado por este singular viaje sobre el techo del tren. Vista atrás y adiós al Chimborazo, extinto volcán y techo de Ecuador que con sus 6.310 metros parece que nos cubra las espaldas.

A un lado queda el volcán El Altar y la ciudad de Cajabamba, devastada por un terremoto en el año 1797. Tras ella, la laguna de Colta, y a lo lejos, el volcán Sangay.

El tren continúa su marcha, paralelo a la Panamericana. Unas veces entre quebradas bien empinadas y estrechas y otras veces en espacios más abiertos, húmedos, donde la vista se recrea en los verdes prados donde pastan ovejas, vacas... En lo alto del tren me siento como el protagonista de una road movie, saludando y sonriendo a los hombres y mujeres que nos ven pasar y a los niños que corren tras nosotros.

Atravesamos Alausí, parada técnica en Sibambe, y llega la traca final: el descenso hasta la Nariz del Diablo. Sobrecoge observar cómo se desliza el tren por la vía serpenteando y bordeando unos barrancos a los que no ves el fondo; sin embargo, vendedores de chucherías y revisores se mueven por el techo del vagón con una habilidad que ya quisiera Spiderman.

Punto final en el fondo del barranco; un descanso, unas fotos de la Nariz del Diablo, cambio de posición de la locomotora y retorno a Alausí por donde hemos venido. Si bajar parecía imposible, subir no promete ser mucho más fácil.

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