Homenaje al maestro

Todos los días contaba una increíble y mágica historia que le había ocurrido. La clase esperaba intrigada y anhelante la vespertina hora de estudio, en la que entrábamos todos en un mundo lleno de aventuras y emociones. Vivíamos mil avatares y corríamos mil peligros de los que nunca salimos indemnes. Nuestra mente se veía sacudida por mil emociones distintas. Todos sucumbíamos al entusiasmo de sus palabras, que como si se trataran de conjuros, lograban abrir nuestros sentidos a un mundo extraño y gozoso a la vez y encontrarnos como poseídos por alguna pócima que nos hacía sentir más vivos, con una emotividad a flor de piel y comprobar cómo la magia puede surgir si se la convoca con las palabras adecuadas.

Cuando salía de aquellos momentos mágicos, la euforia daba alas a mis pies, bajaba las escaleras invadido por una incontenible alegría que hacía que, a duras penas, pudiera aguantarme hasta atravesar el portón de la calle para gritar de regocijo.

Más tarde, ya en mi casa, hacía las tareas para el día siguiente, salía a jugar con mis amigos y volvía para cenar, y llegado este momento recuerdo con gran nitidez el sentimiento de impaciencia que me acometía y, desoyendo las protestas de mi madre, devoraba rápidamente lo que hubiera y corría hacia la cama para allí poder abrir mi libro y entrar de nuevo en mi mundo de magia, viajes y aventuras que me permitían reír y llorar, antes de que mi hermano mayor viniera a acostarse a mi lado.

Yo tenía ocho años, mi gurú iniciático era mi maestro y mi gran aventura era la lectura, adicción de la que todavía no me he curado y que me ha hecho sentir un profundo agradecimiento a aquel gran servidor de la escuela pública y de la sociedad que fue mi maestro.

En los tiempos actuales en los que empiezan a sonar tambores de guerra, considero el momento adecuado para hacer un homenaje al maestro, símbolo de la educación, para la cual es imprescindible en primer lugar la Paz, acompañada de la prudencia, la tolerancia y un conjunto de valores que deben apuntar hacia la diana de la felicidad colectiva e individual.