Una investigación demuestra que el plomo puede causar infertilidad masculina
Los niveles elevados de este metal en el esperma deterioran la capacidad reproductiva
Un equipo de investigadores de EE UU ha dado a conocer la semana pasada una prueba concluyente de que el plomo está relacionado con la infertilidad humana. La investigación concluye que la exposición al plomo daña la función espermática y puede contribuir a la esterilidad masculina de origen desconocido (del 5% al 10% de los casos), según publican en la revista europea sobre medicina reproductiva Human Reproduction.
Los resultados han conducido a la principal investigadora, Susan Benoff, a recomendar que los médicos midan el nivel de plomo en el plasma seminal cuando evalúan a varones con esterilidad inexplicada. Asimismo considera que es una razón para que las autoridades sanitarias sigan reevaluando los límites de exposición medioambiental a este metal.
El metal interfiere con la capacidad del espermatozoide para fijarse al óvulo
Al estudiar el semen de los compañeros de 140 mujeres consecutivas que se sometían a su primer ciclo de fecundación in vitro (FIV), el equipo de Benoff descubrió que los niveles de plomo en el plasma seminal variaban ampliamente, y que había una asociación significativa entre los niveles elevados y una tasa reducida de fertilización. Los cambios en los niveles de plomo llegaban a explicar la quinta parte de la diferencia en las tasas de fertilización. "A partir de nuestras pruebas sobre la presencia de plomo en el semen de los participantes y los controles realizados en nueve donantes fértiles, hemos obtenido pruebas de que los niveles de plomo más elevados interfieren con la capacidad del espermatozoide de fijarse al óvulo y su capacidad para fertilizarlo", afirma Benoff.
Para fertilizar un óvulo, un espermatozoide tiene primero que unirse a él. Un azúcar denominado manosa, que se encuentra en la membrana externa del óvulo, es fundamental para la fijación. Los receptores de manosa situados en la cabeza del espermatozoide reconocen la manosa de la membrana del óvulo y regulan la fijación. La fijación correcta induce a un proceso denominado reacción acrosómica, que permite al espermatozoide atravesar la membrana para fertilizar el óvulo.
Los investigadores han descubierto que en los 140 varones estudiados, los niveles más elevados de plomo en el plasma seminal se correspondían con una baja expresión de los receptores de manosa y con la incapacidad del esperma para experimentar una reacción acrosómica.
"Para ver si esta asociación entre los niveles más elevados de plomo podría ser causal, expusimos esperma sano de nueve donantes fértiles a dosis crecientes de plomo exógeno, y obtuvimos los mismos resultados", afirma Benoff. "Estos biomarcadores proporcionan términos claros respecto a la toxicidad reproductiva del plomo, y nuestros datos sugieren que actúa de múltiples maneras en los testículos y en los espermatozoides para disminuir la fertilidad masculina".
Benoff considera que es importante que los resultados no se interpreten como prueba de que existe una toxicidad general del plomo. De hecho, ninguno de los hombres con concnetraciones elevadas de plomo en semen tenían concentración de este metal en sangre y todavía no se sabe si hay una fuerte correlación entre los dos parámetros. "Pero, a juzgar por estos resultados, deberían reevaluarse los límites de exposición ambiental al plomo", concluye.
Asimismo, advierte de que normalmente se presta poca atención a los hombres en las clínicas de fertilidad. "Nuestros resultados afirman la necesidad de cooperación entre los endocrinólogos reproductivos y los urólogos, y una atención al hombre en las parejas estériles más amplia que el simple análisis del semen o la medición de las hormonas reproductivas que circulan. Sugerimos que se añadan mediciones de contenido de iones de metales pesados o en transición en el plasma seminal (no en la sangre) y pruebas sobre la función espermática. Debe reconocerse que tratar al hombre es generalmente menos invasivo y costoso que tratar a la mujer".
El plomo está en todas partes. Es común en el medio ambiente y se encuentra en muchos hogares, por ejemplo en accesorios de baño y de cocina, antiguos usos de pintura, aleaciones, comida guardada en cerámica vitrificada con plomo, fungicidas, productos derivados del petróleo, terreno agrícola, medicinas de hierbas, cigarrillos, etcétera.
Los niveles máximos recomendados de exposición ambiental al plomo varían entre países e incluso dentro de cada país. En Estados Unidos, el Instituto Nacional de Seguridad y Salud Ocupacional (NIOSH) recomienda un límite máximo de 100 microgramos por metro cúbico de media en el aire. En Europa, la mayoría de los países lo han establecido entre 100 y 150.
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