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26 días de angustia y tortura

La familia de Gloria Sanz Silva se mostraba ayer profundamente abatida. No por menos previsible, el desenlace dejaba de ser menos doloroso. Rubén, el cuñado de Gloria, se convirtió ayer en el único portavoz de los más allegados de la joven desaparecida el pasado 18 de enero: "Estamos fatal, fatal. Todos estos días ha sido una tortura. Sólo queríamos que apareciera y manteníamos la esperanza de que lo hicera con vida".

Rubén fue el primero de los familiares de Gloria en recelar del novio de ésta: "Nunca quiso presentarle a sus amigos de Barcelona y luego ha resultado que es que no tenía amigos". Una actitud de recelo que se extendió a los padres y a la hermana de Gloria, sobre todo cuando los agentes de la policía les informaron de las mentiras de Fernando Adalid sobre su trabajo -les dijo que era profesor de inglés cuando en realidad trabajaba de taxista en Barcelona-.

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En un principio no dieron crédito a lo que la policía les contó, dado que dos semanas antes de la desaparición de la médico los padres de los dos jovenes habían compartido una comida para tratar de la boda de la pareja, planteada para el próximo mes de octubre. Según la familia de Gloria Sanz, los padres de Fernando sabían que éste se hacía pasar por profesor de inglés y le recriminaron que mantuviera engañada a su novia y a su familia sobre su profesión, pero nunca advirtieron del engaño a la futura nuera.

Última conversación

Después acabaron atando cabos. Fernando nunca permitió que la médico acudiera a buscarlo al trabajo, que lo viera en el traje que aseguraba que se ponía para acudir a clase y aducía que le daba vergüenza hablar en inglés con su cuñada para no hacerlo.

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Cristina Sanz, hermana de Gloria, ha definido al novio de su hermana como una persona "retraída y orgullosa". "Se enfadaba con Gloria por naderías, por tonterías", dice. Cristina fue la última que habló con su hermana por teléfono el mismo sábado de su desaparición y ésta le relató que Fernando Adalid "se había tomado con calma" la negativa de la joven de reanudar de inmediato su relación sentimental, rota a propuesta de él días antes.

A raíz de la desaparición de la joven, su familia y sus amigos se movilizaron sin cesar. Colgaron carteles por las ciudades vecinas e incluso en Barcelona. Convocaron manifestaciones en Tarragona y Barcelona. Precisamente la primera señal de que algo no marchaba bien con Fernando Adalid fue su ausencia en las batidas que la familia, amigos, policía y efectivos de Protección Civil realizaron por las zonas boscosas de la periferia de la ciudad de Tarragona en busca de la desaparecida.

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