El Oviedo, un colista raro, frenó al líder en Murcia
El Oviedo es un colista raro. Gana más veces fuera (4) que en casa (1) y además elige escenarios de tronío, como Albacete, o ayer en Murcia. Su crisis deportiva es tan grave como la institucional, con enfrentamientos más o menos abiertos entre el club y el Ayuntamiento, y la pasada semana sufrió la deserción de un vicepresidente y dos consejeros. El entrenador, Vicente, viajó a Murcia con la guillotina a medio caer. Pese a todo, al final, un gol de Idiákez le dio una victoria imprescindible porque casi todos sus rivales cercanos habían ganado. Para el Murcia fue el final de una racha de nueve jornadas sin perder, en las que sólo había encajado un gol, al mismo tiempo que se convertía en el animador de la Copa.
El tropiezo del equipo de David Vidal se vio compensado por la derrota del Zaragoza el sábado en Córdoba. El único que ganó del trío de cabeza fue el Levante, y eso gracias a un penalty polémico a falta de un minuto para el final. Ese 1-0 mete al Getafe de Pepe Mel en serios problemas. El parón de los primeros mete otra vez en la pelea al Albacete, que se ha enganchado a Jesús Perera, el Pichichi de la categoría, para salir adelante en los malos momentos. Sólo el Alba y el Xerez aparecen en estos momentos como claras alternativas para los tres puestos de ascenso. El equipo de Schuster pudo al fin celebrar un triunfo en Chapín, con el mérito añadido de conseguirlo frente a un rival como el Elche.
A partir de ahí, la igualdad de la categoría obliga a todos los equipos a mirar tanto para arriba como para abajo. Entre el sexto, el Polideportivo Ejido, y el decimoquinto, su vecino el Almería, hay menos distancia (cinco puntos) que ante el aparentemente cercano tercer lugar del Zaragoza (siete puntos). El Sporting también está por ahí, pero ayer vio como se rompía su buena racha en El Molinón, donde no había ganado nadie hasta que llegó el Numancia (1-2).
En un partido marcado por la incompetencia del árbitro, Velasco Carballo, el Sporting y su afición acabaron perdiendo los nervios, hasta el punto de provocar una tangana que mantuvo el juego detenido durante casi diez minutos. Todo empezó cuando el portero visitante, Luis, intentó mostrar al árbitro una barra metálica que había caído en el área; los jugadores del Sporting se lo impidieron y se inició una batalla campal en la que se vio implicado un guardia de seguridad e integrantes de los dos banquillos. Fagiani también entregó una navaja al árbitro.
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