Jerome Hines, cantante de ópera

Jerome Hines, un bajo cuya carrera se desarrolló a lo largo de seis décadas -que incluyen sus 41 años como importante sostén del Metropolitan Opera, el Met, donde cuenta con la carrera más larga de entre todos los cantantes importantes de su historia-, murió el 4 de febrero en el hospital Mount Sinai de Nueva York. Tenía 81 años y vivía en Scotch Plains.

Hines fue uno de los mejores cantantes de su generación, considerado no sólo por la riqueza de timbre y flexibilidad de su voz, sino también por la preocupación que tuvo de investigar los aspectos históricos y psicológicos de sus personajes. Interpretó una enorme variedad de registros del repertorio con autoridad, desde Händel a Wagner.

Sólo en el Met, hizo 45 papeles en 39 obras, entre los que destacan los papeles protagonistas de Boris Godunov de Mussorgsky, Don Giovanni de Mozart, el Ramfis de Aida de Verdi, Gremin en Eugene Oneguin de Chaikovski, Colline en La Bohème de Puccini, Mefistófeles en el Fausto de Gounod, distintos papeles wagnerianos, entre otros Gurnemanz del Parsifal, el rey Marke de Tristán e Isolda y Wotan en El oro del Rhin y La Walquiria. En conjunto, realizó 868 actuaciones en el Met, y tras retirarse en 1987 siguió cantando con compañías regionales de ópera, dio recitales y conciertos benéficos, muchos de ellos el pasado año.

A mediados de los años cincuenta, se convirtió al cristianismo e hizo de su fe el centro de vida y trabajo, destacando en entrevistas que durante aquellos años en el Met él era "como una pieza cuadrada puesta en un agujero redondo a causa de mis convicciones". Quizá como contraste con su repertorio de truhanes y dioses paganos que tan a menudo representaba, Hines compuso una ópera, I am the way, sobre la vida de Jesús, en la que cantaba el papel protagonista.

Hizo pocas grabaciones, pero en ellas se capta la textura y el color de su voz. Publicó varios libros, como This is my story, this is my song (1968) Great singers on great singing (1982) y The four voices of man (1997).-