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Reportaje:

La batalla del carnet

El 'caso Piterman' abre el debate sobre los requisitos para poder ser entrenador en España

Dimitri Piterman ha irrumpido con su talonario en la Liga española. Sin carnet de entrenador, disfrazado de fotógrafo, el empresario estadounidense de origen ucranio ha dirigido desde la banda los dos últimos partidos del Racing, club que preside después de haberlo sacado de un proceso de disolución al comprar por 1,7 millones de euros el 24,6% de su capital social. Así, ha abierto una polémica sobre la necesidad de tener un título oficial para entrenar e incluso sobre el contenido y la extensión de los cursos correspondientes.

La obtención del carnet en España no es cuestión de unos meses. Es una tarea que se prolonga a lo largo de seis años, más incluso que la licenciatura en carreras universitarias como Derecho o Ingeniería Informática. En ese tiempo se deben superar tres niveles teóricos y sus respectivas prácticas, obligatorias y de seis meses de duración. Con el primero se puede dirigir equipos del fútbol base, hasta de juveniles; el segundo da derecho a entrenar en la Tercera División, y el tercero, a los profesionales. Un tránsito farragoso. De ahí que de los 48.063 títulos expedidos desde 1944, cuando se abrió la Escuela Nacional, sólo 3.241 poseen los tres niveles.

El proceso para sacar el título español dura seis años: tres cursos y sus respectivas prácticas

Esto contrasta con los requisitos exigidos en otros países o las facilidades que se da a determinados ex futbolistas en función de su prestigio. En Inglaterra, por ejemplo, no hace falta permiso alguno y se puede compaginar el papel de jugador con el de preparador. Por eso el italiano Gianluca Vialli pudo ser a la vez delantero y técnico del Chelsea. En Francia, los internacionales, como Michel Platini, Luis Fernández o Jean Tigana,lo adquieren automáticamente, pero sólo para trabajar al frente de equipos profesionales. Si quieren hacerlo en las categorías inferiores, las de formación, necesitan asistir a los cursos.

En España, por contra, hay futbolistas como Agustín, ex portero del Madrid y el Tenerife, que han tardado diez años en conseguir el carnet. Este caso fue además muy significativo. Agustín se enfrentó a la federación al considerar que a los ex jugadores les bastaba "un curso de reciclaje". "Al final, he tenido que tragar con todo, como que te enseñe técnica alguien que no sabe ni dar al balón. Si te rebelas, te ocurre como a mí, que no querían enseñarme los exámenes que ellos [los profesores] decían que había suspendido", confiesa Agustín.

Cuando se encuentran en activo, lo cierto es que los futbolistas no suelen disfrutar de mucho tiempo para acudir a clase tres días a la semana o aleccionar en las prácticas a los chavales si sólo poseen el primer nivel. "Yo suspendí varias asignaturas para septiembre", comenta con sorna Felipe Miñambres, ex jugador del Tenerife y ahora técnico del Hércules: "Cuando jugábamos la Copa de la UEFA, me era imposible acudir a clase tres días a la semana de siete de la tarde a diez de la noche. Y, como si no vas el 75% de los días, te suspenden, pues...". Además, resulta complicado desdoblarse un domingo para jugar un encuentro de Primera División y, al tiempo, sentarse en el banquillo con unos niños y cumplir así con las prácticas.

Pero dentro de este edificio alambicado hay, eso sí, soluciones. Basta con acreditar ser el preparador de algún conjunto de las categorías inferiores del club en el que se milita y controlar a los pupilos durante la semana. "Me encargaba de los infantiles del Tenerife, aunque me pasaba a verlos muy de vez en cuando", confiesa Miñambres.

Unas facilidades menores si se comparan con las que tuvieron el holandés Johan Cruyff o el alemán Franz Beckenbauer. El título se lo regalaron sus respectivas federaciones por sus méritos pasados. No estudiaron curso alguno. Desde luego, nadie dudó de la valía de Cruyff para entrenar al Barcelona a pesar de que no había hincado los codos en centro alguno.

En España no se ha tenido esa deferencia con nadie. Ni siquiera con los internacionales. "El jugador lo único que hace es escuchar. Entrenar es lo contrario: es dirigir. No es lo mismo. Ponerse al frente de un grupo es totalmente distinto. Eso no se aprende como jugador", afirma Mariano Moreno, director de la Escuela Nacional y autor de todos los libros utilizados en ella.

Unos libros que, según Agustín, "es mejor tirarlos". Otro conocido ex jugador, que prefiere mantenerse en el anonimato, asegura que "no hay ninguna necesidad de pasar por todo eso si antes se ha sido profesional". Pero Agustín va mucho más allá: "No vale para nada. Cuando terminas, no sabes más de fútbol. Lo importante es haberlo vivido antes".

Existen 23 escuelas, una nacional y las demás territoriales, para ser entrenador. El año pasado hubo cerca de 2.000 matriculados en el primer nivel, que cuesta 750 euros por 850 el segundo y 950 el tercero. Unos precios, por lo general, superiores a las tasas universitarias. Estudiar Derecho o Administración y Dirección de Empresas en la Universidad Autónoma de Madrid, carreras de cuatro años, supone 600 euros al año.

De todas formas, las críticas no se reducen sólo a la manera de impartir las asignaturas. Chocan, por ejemplo, incongruencias tales como que en 2002 el tercer nivel se pudiera completar en un mes y medio en Madrid, en un año en Navarra, en seis meses en San Sebastián y en 28 días en Melilla.

"Falta una clara unificación de criterios", dice Roberto Olabe, director deportivo de la Real Sociedad y que la temporada pasada la salvó del descenso a Segunda. Sólo había completado dos niveles y, por lo tanto, no podía figurar como técnico titular. Ricardo Zamora puso el carnet y Olabe fue su ayudante. Al final, le han sancionado con cuatro meses de suspensión por haber dado ruedas de prensa.

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