Els lanza el guante a Woods
El golfista surafricano, con cuatro triunfos en sus últimos cinco torneos, intenta el asalto al poder del estadounidense
El guante, el reto, está lanzado. Tiger Woods aún no ha podido recogerlo, pero Ernie Els ya ha dejado claras cuáles son sus pretensiones para 2003: el asalto al poder en el universo del golf. Mientras el estadounidense continúa recuperándose de su lesión en la rodilla izquierda -en las últimas competiciones de 2002 eran tan intensos sus dolores que incluso jugó infiltrado y, finalmente, hubo de someterse a una artroscopia para que se le extirpase un quiste y se le extrajera líquido-, el surafricano ha ganado tres de los cuatro torneos que ha disputado -en el otro quedó el segundo- y, en realidad, se ha anotado cuatro de los últimos cinco, ya que había cerrado el curso anterior con otra victoria.
Faldo: "(Tras su lesión), Woods debe de estar algo fofo y oxidado, y Els rebosa confianza
"Woods lo va a tener este año muy difícil". El pronóstico no es de un cualquiera, sino del inglés Nick Faldo, con seis títulos del Grand Slam en su bolsa y segundo, tras Els, cómo no, el domingo pasado en la cita australiana de Melbourne. Para darlo se basa tanto en la "confianza" de la que rebosa Els con cada uno de sus palos como en el parón que ha sufrido Woods, de quien irónicamente dice que debe de estar algo "oxidado", algo "fofo".
Seguro que Woods desmentirá los calificativos de Faldo. En principio, tiene planteada su reaparición para mediados de mes y, en la medida de lo posible, no ha dejado de entrenarse. Además, como advierte Sergio García, su "gran clase" le ayudará a contrarrestar su falta de afinamiento, de puesta a punto, durante el periodo de rodaje. ¿Pero desmentirá también la superioridad que, en su ausencia, está demostrando Els? Ésa es la cuestión entre el número uno de la clasificación mundial y el dos.
Els (Johanesburgo, 17 de octubre de 1969), que en enero se impuso en Hawai en los dos primeros torneos del circuito norteamericano -nadie lo había conseguido desde hacía 14 temporadas-, estaba llamado a ser precisamente el líder del golf en sus primeros tiempos, cuando Woods, seis años más joven, todavía no se había asomado a los greenes. A comienzos de los noventa, en efecto, irrumpió en los tours profesionales con un juego tan espectacular, tan consistente, que formularse la más mínima duda acerca de su brillante futuro podía considerarse como una pura extravagancia.
Deportista por naturaleza, lo curioso es que ni siquiera el haberse proclamado en su día campeón del mundo de los menores de 14 años había convencido a Els de hacia dónde encaminar sus pasos. El cricket, el fútbol, el rugby y el tenis también le absorbían. A los 17, al fin, su padre, Neels, se sentó frente a él para que reflexionara en serio. Si quería ganarse la vida con el deporte, tenía que elegir. Y Ernie eligió el golf. ¿Por qué? Entre otras razones, ha confesado su progenitor, por su inequívoco sentido de la practicidad: podría jugarlo y disfrutar de él deportiva y económicamente hasta que fuera un sesentón, pues ya se sabe que los séniors también tienen su corazoncito y su billetera.
Sin embargo, si El Tigre ha coleccionado ocho títulos del Grand Slam desde 1997, Els sólo ha reunido tres -entre sus 48 triunfos totales- desde 1994: el Open de Estados Unidos de ese año y el de 1997 y el Británico de 2002. Una diferencia de cinco que se corresponde justamente con sus cuatro segundos puestos, tres de ellos en 2000 -en las dos competiciones mencionadas y en el Masters de Augusta-, y un tercero. ¿Qué le faltó en esas ocasiones? Quizá, sólo la clásica suerte del campeón. Quizá, una pizca de serenidad. Quizá, ese toque mágico que ahora mismo exhibe y que, feliz, le hace proclamar: "Estoy en uno de mis momentos más dulces".
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