Un homenaje

Hay poetas oceánicos, a lo Pablo Neruda, con una obra numerosa en la que no faltan los ripios de circunstancias, y poetas de aliento algo rústico y mucho talento improvisado donde late, sobre todo, el dolor de su experiencia y la capacidad para versificar a partir de la emoción, ya se la vincule a lo social, a lo épico o a la familiar.

De la vida efímera pero eterna de Miguel Hernández, selecciona este espectáculo algunos de los episodios centrales de su vida, resumidos en los catorce años que median entre su marcha a Madrid desde su Orihuela natal hasta su muerte en el penal que habría de matarlo. Mediante una especie de flash-back que arranca con el poeta a las puertas de la muerte en su celda y por el que pasan -por la imaginación, quizás el recuerdo- Josefina Manresa y Pablo Neruda, Ramón Sijé y otra mujer, quizás otro amor desconocido del poeta, para ir enhebrando un recorrido por el que discurre también un periodo fértil y terrible de nuestra historia.

Como es lógico en este tipo de montajes, que sin ser hagiográficos se hacen a favor de su protagonista, chirría a veces una leve beatería hacia la figura del poeta, a lo que cabe añadir que siendo muy difícil meter catorce años largos de una vida tan intensa en un espacio de tiempo real tan corto, ocurre que muchas veces el argumento avanza a saltos, que olvida sucesos de cierto peso en la vida del artista comprometido que se quiere reflejar y que, en fin, convendría una actitud más distanciada. Todo ello en el contexto de un montaje digno, pulcro, donde destaca la ajustada interpretación.