Concomitancias
Hay quien ve en las concomitancias un designio de la Providencia; otros, más claritos de mente, sospechan conjuras, complicidades. Ver los festejos de Sharon coincidentes con el discurso de Bush hace recordar otras fechas: la preparación de la guerra por Sharon, general retirado, rodeado de mil soldados en la plaza de los templos de Jerusalén para provocar a los árabes, en los momentos en que Bush culminaba su campaña; llegar Sharon al poder cuando a Bush se le arreglaban las cuentas de los votos para que saliese presidente hace pensar en la tenaza mortal contra los países musulmanes. Pasaba antes de la tragedia de Nueva York. Ver el discurso de Bush en el que anuncia que el día 5 enseñará las pruebas de la amenaza de Irak y ver a Aznar anunciando que ese día comparecerá en el Congreso, después de haberse negado, y anunciar que conoce ya las "pruebas" de Bush, es otra concomitancia. Hacer público el manifiesto de ocho presidentes europeos pidiendo "plantar cara" al dictador iraquí lo es también en el mismo día -ayer- que llegaba aquí Blair para hablar con Aznar, y luego irse a Roma a ver a Berlusconi, y estar en Estados Unidos el 5: el día que puede ser el de la "guerra". Quedará consagrada la "guerra preventiva" como monstruosidad en las leyes internacionales. Y es que no es guerra.
Me parece que Sadam es un dictador, no más duro ni peligroso que cualquier otro, rey o presidente, emir o ayatolá, de los que dominan de Marruecos a Indonesia. Unos son nuestros, otros no. Sus maneras de cortar lenguas o manos, o de apedrear a sus mujeres después de rebanarles el clítoris deben ser distintas: unos se lo machacan entre dos piedras y los adelantados se lo hacen a las niñas ricas por medio de cirujanos educados en Londres, y sus gramáticos dicen que es "circuncisión femenina": no lo es. Pero castigar a ese dictador bombardeando y aniquilando a sus víctimas me parece una salvajada. Pobre pueblo, bajo un tipo así, y asesinado lentamente de hambre y de falta de medicinas y ayudas, que va a ser bombardeado y exterminado. Como el afgano: como el palestino, que ni tiene dictador. Cuando se piensa que las concomitancias están preparadas, y que la "nueva era" no empezó con el asalto a Nueva York (¿quién lo hizo?) sino con la caída del comunismo, se siente un escalofrío.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.