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Crónica:
Crónica
Texto informativo con interpretación

Serena gana su quinto Grand Slam

La menor de las Williams muestra su fuerza mental y hunde de nuevo a Venus

Olvidadas ya las dudas sobre los intereses familiares impuestos por el padre, Richard, el debate se centra ahora en la cuestión psicológica. Los duelos entre las hermanas Williams, estadounidenses, no pasan nunca inadvertidos. Tal vez no gustan a los espectadores y menos aún a los dirigentes del circuito de tenis femenino. Pero se han convertido en una moneda tan corriente que Venus y Serena, de 22 y 21 años respectivamente, están eclipsando a las demás estrellas. Ayer, en la final del Abierto de Australia, en Melbourne, se vivió un nuevo capítulo de una serie que parece interminable. Serena se impuso a Venus por 7-6 (7-4), 3-6 y 6-4 en dos horas y 22 minutos. Y estuvo claro: ambas iban en serio.

Serena: "Tenía muchas ganas de vencer". Venus: "No puedo estancarme en cinco 'grandes' mientras ella logra 15"
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Enfrentarse a Serena se ha convertido para Venus en una especie de pesadilla. Cuando Serena alzó los brazos y celebró de forma modesta su quinto triunfo en un torneo del Grand Slam -"tenía muchas ganas de vencer", resumió-, la cara de frustración de Venus no permitía albergar dudas -"no quiero estancarme en mis cuatro grandes mientras ella logra 15", confesó-. Estaba hundida.

Aunque después las dos sonrieron en la entrega de premios y se lanzaron flores por los altavoces de pista, estaba claro que existía un punto de disconformidad en Venus. Es un sentimiento que no puede controlar y que le ha llevado a perder las últimas cuatro finales consecutivas del Grand Slam que ha jugado contra Serena: Roland Garros, Wimbledon y Abierto de Estados Unidos en 2002 y Abierto de Australia en 2003.

Es una cuestión que su madre, Oracene, definió con exactitud tras el enfrentamiento fraternal de julio en Wimbledon: "No pueden ni imaginarse lo duro que resulta para ellas verse cara a cara en la pista. Sé que Serena está hambrienta de títulos porque es la más joven y necesita reafirmarse constantemente. Y eso es difícil para Venus. Al ser la mayor, desea mantener su posición preponderante, pero se siente al tiempo ansiosa porque no quiere agredir a la pequeña".

En medio de este debate personal e íntimo, Venus no logró ayer olvidar sus cábalas y centrarse en su tenis. Se entregó y buscó una gran victoria que unir a las de Wimbledon y el Open de Estados Unidos en 2000 y 2001. Pero, tras una tremenda batalla física y psicológica, acabó rindiéndose a la mayor ambición y frialdad de Serena.

Esta victoria sitúa a Serena en otra dimensión porque no sólo la ratifica como número uno, sino que la convierte en la primera tenista que gana cuatro grandes seguidos desde la alemana Steffi Graf (1988), aunque no en un solo año.

El norteamericano Andre Agassi debía contender en la madrugada pasada con el alemán Rainer Schuettler por el campeonato masculino.

Serena Williams no puede contener su alegría y su excitación al consumar su triunfo.
Serena Williams no puede contener su alegría y su excitación al consumar su triunfo.REUTERS

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