La ofensa innecesaria
Ya que el señor Jiménez de Parga pone a nivel de cuarto de baño lo que debería ser el conocimiento (si lo tuviera) de la verdadera historia de los antiguos reinos que conforman el actual Estado español, le contestaré en los mismos términos.
No creo que la Reina Católica se bañara mucho más que el resto de los habitantes de los reinos cristianos de la época cuando, en 1492, conquistó Granada arrebatándosela a los moros, a los que, a pesar de que se bañaran mucho, no tuvo reparo en aniquilar. Por no hablar de la ciencia, la cultura y la medicina, que también se llevaron por delante los egregios conquistadores.
Y le animo a que sea él quien se retrotraiga el año 1000 y posteriores. Si lo hace, se dará cuenta de que en Cataluña en aquellas épocas teníamos algo más importante que fuentes de colores, como son una lengua, una sociedad civil y unas instituciones políticas muy avanzadas a su época, incluido, como recordó el maestro Pau Casals en su discurso en las Naciones Unidas, el primer Parlamento democrático de Europa. Antes que la misma Inglaterra. Ya antes de Fernando de Antequera, les decían a sus prínceps los nobles catalanes: "Señor, nos, que cada uno vale tanto como vos, y todos juntos más que vos". Seamos serios, señor Jiménez de Parga. Algún ignorante advenedizo nos podrá llamar tribu, pero nadie ha de enseñarnos espíritu democrático y voluntad de pacto a los catalanes. Y el Estatuto del 32 no es sino una anécdota en el devenir de nuestra historia.
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