"Hay que eliminar la ansiedad con sentido del humor"
El pasado jueves fue un día importante en la vida de César Argilés. Tras las dudas suscitadas durante la fase de preparación, España consiguió un notable triunfo sobre Yugoslavia (22-20) que le abre el camino hacia los cuartos de final del Campeonato del Mundo de balonmano, en Portugal. Tres victorias consecutivas han situado a la selección como líder del Grupo A. Todos, técnicos y jugadores, lo vivieron con euforia porque supuso el reencuentro con el mejor tono de juego, la que les llevó a ganar las únicas cinco medallas, tres europeas y dos olímpicas, que figuran en el palmarés nacional. Sin embargo, el seleccionador acogió el éxito con una serenidad inusual. "Es un duro ejercicio de reflexión", aseguró ayer; "no voy a bajar al bar más rato después de una victoria que de una derrota". Argilés sustituyó a Juan de Dios Román justamente después del bronce de Sydney 2000. Y en este Mundial vislumbra la posibilidad de ganar su primera medalla al frente del conjunto.
"El equipo va creyendo en sí mismo. Los jóvenes aportan un espíritu de rebeldía fenomenal"
Pregunta. Al ganar a Yugoslavia, ¿confirmó España su regreso a la élite?
Respuesta. Nos salió un gran partido y vamos hacia arriba, en en una línea ascendente. Pero, aunque del carácter español siempre hay que esperar lo mejor, también puede aparecer otra vez el virus. Ante los yugoslavos, dominamos la ley de las distancias en la defensa, invadimos su zona creativa y no les dejamos pensar. Y en el ataque no hubo errores de aquéllos que te hunden la moral. El juego fue más organizado y supo afrontarse la dificultad en el lanzamiento que suponía una defensa tan cerrada y alta como la rival.
P. ¿Lo más positivo de esta victoria?
R. Que el equipo vaya creyendo en sí mismo. Me gustó comprobar que las aportaciones de ambición e ilusión de los jóvenes, como Romero, Prieto, Entrerríos..., son un baño rejuvenecedor en muchos momentos. Si no, la historia pesa como una losa sobre ti. Ellos aportan un espíritu de rebeldía fenomenal. Sin elevarlo a axioma.
P. Lo que sí ha mejorado es la actitud de los jugadores en el banquillo. Ahora hay diálogo entre ellos.
R. La comunicación entre los diversos elementos de un mismo puesto es imprescindible. Son altos especialistas y, si viven el partido activamente aunque estén sentados, son los más capacitados para observar tanto los movimientos propios como los del adversario.
P. Resultan muy importantes las aportaciones de Barrufet, Duishebáiev y Masip.
R. La generación treintañera se ha marcado unos objetivos concretos: asistir a los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 y despedirse con un buen sabor de boca del balonmano. Y saben que cada partido que pasa ya es uno menos. Todos ellos se entregan a fondo. Para mí, la dificultad en la preparación de este grupo es eliminar las cotas de ansiedad con naturalidad y sentido del humor para evitar que haya individuos comiéndose las uñas a escondidas.
P. ¿Hasta qué punto facilita las cosas el último triunfo?
R. El equipo se afianza en la línea buena. Toma la cabeza del grupo. Y, como en una carrera de fórmula 1, ahora hay que adelantarle. Pero conviene hacer un alto en el camino. No por estar soñando con la medalla el 2 de febrero debes perder de vista las piedras que hay en el camino. Nos esperan dos defensas árabes, las de Kuwait y Túnez, muy presionantes, a las que los europeos estamos poco acostumbrados. Hemos dado un paso importante, pero seguimos siendo sólo aspirantes.
P. ¿Está más cerca el podio?
R. El ser los primeros del grupo nos enfrentará de entrada al cuarto del contrario [posiblemente, Qatar o Groenlandia], que es más fácil de vencer. Y eso casi te asegura los cuatro puntos, los que te colocan en los cuartos de final y probablemente en Atenas. Luego estará el enfrentamiento contra Islandia o Alemania para luchar por una medalla. Pero estamos hablando ya de dos grandes potencias.
P. Personalmente, ¿qué supone el salto cualitativo que dio España ante Yugoslavia?
R. Me alegro por López Ricondo, el presidente de la federación, que me dio confianza; por técnicos que me han aportado cosas, como Bárcenas, Román, Petit..., y por los jugadores, porque creen en los proyectos cuando se pueden ganar medallas. Estoy satisfecho, claro. Pero intento saber alejarme de toda esta situación de euforia. Huyo de la pretensión de ser inmortal. Sé que mi paso por la selección es un periodo. Pero, lógicamente, aspiro a ganar una medalla. Y, al final de esta etapa, procuraré regresar al trabajo con la juventud para enseñar todas mis experiencias.
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