Perrera de Cantoblanco

A mitad de semana acudí a la perrera municipal del Ayuntamiento de Madrid (Cantoblanco) con la idea de adoptar algún animal de aquellos que pudiesen estar en más grave peligro. Lo que allí vi no se puede describir y si alguien tiene dudas le sugiero que lo compruebe en vivo. Cachorros de menos de un kilo estaban en cheniles sin ninguna protección, mojados, con el suelo lleno de hielo, con pienso imposible de comer para ellos (no tienen dientes). Otros se afanaban en llamar tu atención para que los rescatases de una muerte segura. Un perro de pocas semanas, con claros síntomas de desnutrición, temblaba pegado a los barrotes intentando hacerse ver. No pude por menos que echarme a llorar ante la impotencia que sentía; ante tanto amor y tanta vida que los verdugos transformarán en muerte y silencio en pocos días; ante tanta falta de sensibilidad.

Intenté adoptar a toda una camada de los que me parecieron más desprotegidos, pero sólo me dejaron llevarme uno. Normas que no permiten sacar fotos, ni más de un animal; que ponen pegas a los defensores de los animales y favorecen a los promotores de peleas de perros, que no tienen por qué ausentarse del trabajo para estar allí día tras día consiguiendo carnaza barata. Allí quedaron tres cachorros que no sobrevivirán al fin de semana. Adjunto una foto de la fiera que tuvo suerte de ser indultada por el destino y que ahora duerme caliente y toma biberón a la espera de su hogar definitivo. Sus hermanos no tuvieron tanta suerte.