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ANTOLOGÍA DE BABEL | POESÍA

Viento de muda

Ahora llega este viento

soplando contra mi estatua,

lo que creí mi estatua,

la efigie verdadera, la más mía

de mi ser más auténtico,

el verdadero ángel de mí mismo

que hablaba con mi voz

y escribía mis versos.

No es el viento del mar,

que riza las metáforas de lo desconocido,

ni el viento de mi tierra, el anchuroso cierzo

que está hecho de cuchillos y de luz

y va pelando cerros hasta los tendederos

donde hiela la muda de tantos personajes,

los personajes-hombres

que son cristales rotos con tocarlos un niño.

Este sopla aquí adentro,

bate con furia adentro contra mi corteza

vaciándolo todo, echando afuera

a la intemperie todo, los trajes, los deseos,

lo que parecían mis pertenencias.

Lo escucho y sé que no es viento del tiempo,

no es su sonido.

Es más alto, más trágico, tal vez, que la elegía,

la música del tiempo que canta a la medida

de un dueño lo que falta,

lo que queda de una vida,

pero no canta lo que no tiene medida.

Ella canta la muda de mi cáscara,

sólo eso,

como si adentro hubiera siempre inmóvil,

siempre incólume, idéntico a sí mismo

algún tesoro oculto:

el que creí ser yo.

Y verdaderamente

no es música de amor,

de amor que salva la ignorante infancia

que nunca tuve y nunca ya tendré

de no ser por un viento como éste:

el buen ladrón que no me deja nada.

Veo en el campo abandonadas, secas,

las escamas, las tiras, la piel de las serpientes

que se renueva para no morir

y morirá con ellas.

En el barranco veo lo que cubre,

lo que se gasta, lo

que sirve de abrigo, pero ¿de qué?

Ahora salen volando por los aires enseres,

las vajillas, los libros, los espejos,

los versos míos que escribió aquel ángel

para amueblar mi nombre con sus gestos:

Todo estilo es imperio.

Y en el hueco sin mí entrará la vida,

la mortal y terrestre, la masiva,

que sólo pide un lecho para ser recibida

en este primer día de Noviembre.

Se caerán las hojas, caerán

los pájaros, sus plumas;

a un roble, ya desnudo en el invierno,

se le abrirán las manos

en actitud de súplica;

y en el tronco vacío de mi estatua,

desprendidas del tiempo, volarán

mariposas intactas.

Enrique Andrés Ruiz (Soria, 1961) es autor de los libros de poemas Más valer y El reino (ambos en Pre-Textos).

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