"No creo estar promocionando la marihuana"

Brenda Blethyn calla y se sonroja al recordar la escena de El jardín de la alegría en la que se ríe a carcajadas al fumar marihuana. Actúa en una obra de teatro en Londres y el domingo, aprovechando su día de descanso, hizo un viaje relámpago a Madrid para promocionar este largometraje, que se estrena el próximo viernes. Blethyn puede presumir de dos candidaturas a los Oscar por Secretos y mentiras y Little voice y de ser ganadora de un Globo de Oro, pero sobre todo de tener una vitalidad envidiable. Entre risas cuenta cómo ella, que jamás se había calzado unas zapatillas, entrenó y el año pasado corrió, a sus 56 años, toda la maratón de Londres con el fin de recaudar fondos para los niños con leucemia. En El jardín de la alegría, dirigida por Nigel Cole, es Grace, un ama de casa de Cornualles que se convierte en cultivadora de cannabis junto a su jardinero (Craig Ferguson) cuando, a la muerte de su marido, descubre sus enormes deudas.

Pregunta. ¿El filme puede interpretarse como una apología de la marihuana?

Respuesta. La película no quiere promocionar la marihuana. Es un hecho que la gente se divierte cuando fuma. Lo que pasa es que, en las presentes circunstancias, si te metes en este mundo te conviertes en un criminal. Por eso Grace decide que no quiere pertenecer a ese mundo. Para ella es importante solventar sus problemas de una forma legal y con valor toma la decisión de tomar otra dirección. Lo que más me interesaba es cómo evoluciona ella, no la historia de la marihuana. Cómo ella se da cuenta de que era infeliz con su marido y de que tiene muchos amigos porque es una mujer generosa. No es divertido estar a punto de perder tu casa por las deudas, y le dije al director que quería interpretar el comienzo de la película de forma seria para que el público entendiese sus problemas. Y luego, cuando el pueblo decide ayudarla, es obvio el humor.

P. La película reabrió en el Reino Unido el debate sobre la legalización del cannabis.

R. Casi todo el mundo quiere que la marihuana se descriminalice. Yo estoy en contra de las drogas que destruyen las vidas de la gente y pienso que la marihuana debe ser separada de las otras drogas. Peor es el alcohol. No se puede criminalizar a los fumadores de marihuana.

P. Un rodaje con la policía custodiando la marihuana debe ser cuando menos extraño.

R. Teníamos un permiso especial para filmar marihuana verdadera en el vivero, pero cuando Grace va a venderla a Notting Hill era falsa y casi me arrestan. Era un día normal de compras y la gente no sabía que rodaban una película. No conseguí memorizar las caras de los extras y se la ofrecía a cualquiera. El director tuvo que salir chillando: "¡No es real, no es real!". La gente me decía: "Déjeme olerla".

P. Además, todo el pueblo de Cornualles se implicó, ¿no?

R. Salen muchos vecinos, como el cartero haciendo de cartero. El estreno fue allí como cortesía y todos aplaudían. Había una atmósfera especial entre la gente del pueblo y los actores. Cuando leí el guión le dije al director: '"Mi vecino de puerta sería muy bueno para hacer de cura en esta historia". Le vio y le dio el papel. Y las dos tenderas mayores son dos actrices clásicas muy respetadas. La más alta es la madre de Emma Thompson.

P. Como a Grace, la vida le dio una segunda oportunidad.

R. Trabajé durante 10 años en distintos lugares, en un banco, en el British Rail... y hacía teatro como aficionada. Había gente que me decía que debería ser profesional, y yo me reía. Y a los 27 años decidí ir a una escuela de arte dramático. Me aceptaron y seis meses más tarde se lo dije a mis padres. Trabajé en el National Theatre y otros grandes teatros y en televisión, pero nunca soñé con hacer cine. Secretos y mentiras, que me dio a conocer internacionalmente, era sólo mi tercera película y tenía casi 50 años.

P. ¿No le queda la espina de no haber ganado un Oscar?

R. Con Secretos y mentiras pensé que podía ganar. Es lo que decían las apuestas en Las Vegas, y me quedé algo desinflada. Con Little voice, a actriz de reparto, no tenía ninguna confianza. Mis amigos me decían que me olvidara: "No tienes ninguna opción".