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Gregorio Iglesias repasa en una antológica en San Sebastián su diario íntimo pictórico

La exposición resume cerca de diez años del trabajo emocional del artista catalán

"Para mí pintar es como escribir un diario. No voy al ritmo de la moda, tan sólo me guío por mis emociones, mis sentimientos". Gregorio Iglesias (Lleida, 1966) resume en estas dos frases su trayectoria pictórica, llena de contrastes, para explicar la exposición antológica que presenta hasta el 5 de febrero en la Galería Kur de San Sebastián. Lo emocional le ha hecho saltar a lo largo de la última década del informalismo orgánico a la pintura figurativa, del blanco y negro al color; le ha llevado a plasmar la crudeza de la realidad a partir de sus experiencias más íntimas.

La Galería Kur (Zurriola, 6) reúne en sus 250 metros cuadrados de espacio expositivo una treintena de obras, en su mayoría de gran formato, de un pintor nada convencional en sus planteamientos. "No me considero un artista, una persona que tenga habilidad ni para pintar ni para dibujar", explica. No intento crear plástica ni estética. Soy pintor por genética".

Iglesias, graduado en la Escuela de Bellas Artes de Lleida, encontró en la pintura un refugio en su niñez. "Cuando me asaltaba la tristeza o la alegría, me ponía a dibujar". En él la pintura nació, dice, como "una necesidad psíquica, fisiológica e intelectual". Sus emociones han determinado todo su trabajo: desde los saltos del informalismo orgánico a lo figurativo o a los devaneos con la abstracción, desde el uso del color a la temática de sus cuadros. "Todo lo que hago, viajar, conocer gente, reir, llorar es por y para la pintura", asegura.

Por eso, esta exposición puede tener una lectura biográfica en el sentido más amplio del término. En la sala puede verse un retrato en blanco y negro de los padres del artista o una serie de cuadros de gran formato, en técnica mixta, sobre la sensación que le produjo el tránsito de gente por el metro en París.

Lo siniestro

En algunos casos, su pintura es cruda y siniestra: cuerpos de ahorcados en galerías subterráneas o perros ensangrentados tras ser atropellados. ¿Por qué? "La verdad es que he tenido una vida jodida", responde Iglesias. "Mis padres y mi hermana murieron cuando yo era muy joven. Pero es como si fuera un corresponsal de guerra, que no tiene por qué sentirse identificado con las fotos".

Los perros se repiten de forma constante en su obra. De hecho, en Cataluña se le conoce como "el pintor de perros". "Me atraen por su fidelidad, su fortaleza", explica. Iglesias, cuya obra está presente en colecciones particulares de París, Amsterdam, Estados Unidos, Canada o Londres, tiene previstas dos exposiciones en Estados Unidos y Alemania.

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