El Museo Textil de Terrassa se moderniza
El centro ha finalizado la reforma del edificio que lo acoge y apuesta por Internet
El Centro de Documentación y Museo Textil de Terrassa (CDMT) acaba de reabrir sus puertas después de que telares, tejidos y vestidos convivieran durante 13 años con operarios, polvo y ruido de máquinas. Más de una década de obras que ha sido inmortalizada en 50 fotografías digitales de Quico Ortega. No ha sido tan sólo un cambio de cara, sino también de orientación. Su directora, Eulalia Morral, ha aplicado el dicho de renovarse o morir. En 1987, la dirección de este museo, que empezó su andadura en 1946 con las 2.000 piezas de la colección privada de un industrial de Terrassa, Josep Biosca, se planteó la siguiente pregunta: ¿vale la pena un museo textil? La respuesta, explica Morral, fue: "Sí, siempre y cuando se desmuseizara". Es decir, que desapareciera el concepto vitrina. "No se trataba de tener un museo nostálgico porque la industria textil sigue creando", matiza la directora.
Un programa permanente se dedica a la investigación de los tejidos modernistas
Este museo está en Terrassa (calle de Salmerón, 25), una de las ciudades pioneras de la industrialización textil. Ya hace tiempo que las grandes chimeneas no escupen humo, pero la industria textil sigue existiendo y superando crisis tras crisis. "Queríamos abrir el museo a la industria, por eso digitalizamos e informatizamos las imágenes, y ahora un 25% de nuestro fondo puede consultarse por Internet", explica Morral. Se trata de ofrecer ideas a los diseñadores y de que el fondo del museo viaje en pocos minutos a China, Marruecos o Polonia. Sin embargo, Morral admite: "La iniciativa no ha tenido el éxito que esperábamos, a la gente le cuesta entenderlo". Y afirma que es más fácil vender imágenes fuera que en el propio país. De hecho, el primer cliente estable que tuvo el CDMT (www.cdmt.es) fue una empresa japonesa.
¿Qué más ha ganado el museo con las reformas? Una nueva biblioteca que cuenta con 160 metros cuadrados y 18 mesas de lectura y el Imatex, un espacio de 36 metros cuadrados para que el público pueda consultar el archivo digitalizado del fondo del centro. También se ha ampliado el vestíbulo, que se ha llenado de máquinas de todo el proceso textil.
Hay también nuevas salas de exposiciones temporales, una de 315 metros cuadrados que alojará producciones propias e intercambios y otra destinada a exhibiciones de pequeño formato. También se han ampliado las aulas y se ha reformado el taller de restauración, que se ha dividido en zona húmeda y zona seca. Todo ello sin olvidar un almacén para las piezas tridimensionales y de gran formato.
Pero si hay algo que el museo quiere destacar es su parte modernista: 450 metros cuadrados que se destinarán exclusivamente a las exposiciones relacionadas con el programa permanente sobre el textil del modernismo y que el centro ha puesto en marcha este año.
Ahora está ocupada por dos exposiciones: El interior de 1900 y La eclosión de textil. La primera permite que el visitante ejerza de mirón para conocer cómo vestían los habitantes de las casas modernistas; cómo eran sus toallas, cortinas, sillas y tapices, alfombras y almohadillas, y cómo decoraban sus mesas. En conjunto la exposición recorre cien interiores de las casas de Domènech i Montaner, Gaudí, Puig i Cadafalch, Masó y otros arquitectos gracias a las imágenes del fotógrafo Adolf Mas (1861-1936). Su cámara inmortalizó, entre otros interiores, el de la farmacia de Domènech i Montaner de 1896, que el museo muestra por primera vez al público. Con motivo de la exposición se ha editado un libro catálogo a cargo de Josep Casamartina, un riguroso trabajo de investigación sobre los tejidos modernistas.
La otra exposición, La eclosión de textil, es una muestra de objetos totalmente inéditos del modernismo. Desde tejidos originales de Casaramona, Bernades, Sert y Mirambel hasta piezas de creación artística de Homar, Busquets y Clapés, pasando por los vestidos de una de las más prestigiosas modistas de la época, Maria Molist. Y es que el museo quiere descubrir y encontrar los tejidos modernistas, una tarea más que laboriosa pues la mayoría de las empresas de 1900 han desaparecido y con ellas, a menudo, sus muestrarios.
La directora del CDMT espera conseguir a partir de 2003 y en tres años unos 40.000 visitantes. Morral explica que no se puede ser demasiado ambicioso: "no deja de ser un museo especializado y no tenemos figura como Dalí o un equipo de fútbol como es el Barça", dice. Además, añade, "nadie enseña a mirar tejidos". ¿Y qué explica un tejido? Según Morral, "la historia de la humanidad".
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