Espejo de la diversidad
Es efectivamente hora de prestar atención a lo que se puede considerar un fenómeno actual: la creación -o ampliación- de museos y centros de arte contemporáneo, no solamente en España, sino en muchos otros países. Diversos factores han provocado la actual dimensión y proliferación de estos equipamientos. En primer lugar, un incremento en el número de visitantes, que colapsan las salas de exposición y las distintas dependencias de los centros existentes, así como la necesidad de espacios mucho más amplios para la exposición de las actuales producciones artísticas. La bonanza económica de finales de los noventa ha prestado alas a los proyectos arquitectónicos más arriesgados. Las ciudades, los países, siguen compitiendo entre sí para crear grandes edificios de indudable valor arquitectónico y urbanístico, pero también han constituido argumento válido para el inicio de estos proyectos la revitalización de ciudades y barrios y la amplia repercusión social y mediatica resultante.
Los nuevos centros proporcionan un lugar para la producción artística del momento
Pero en medio de la presente aceleración, la desaceleración se hará cada vez más imprescindible. El museo como lugar para la percepción desacelerada, más allá de los límites del formato expositivo actual.
Ni qué decir tiene que las nuevas actitudes y criterios en torno a la función y objeto de los museos y centros de arte han tenido mucho que ver también en la concepción de los espacios que se habilitan hoy día. El propio artista, actor de su tiempo, los agentes u operadores culturales, han tomado la palabra atrayendo e implicando al ciudadano en el hecho artístico. No sólo a través de las colecciones y exposiciones se han creado los nuevos públicos del arte, sino a través de la concepción del museo como verdadero centro cívico, prestando significado a nuestra propia experiencia del arte, a nuestro acontecer vital.
Las entidades artísticas lideran en la actualidad los cambios culturales que necesariamente se van a producir, se están produciendo, en nuestro recién estrenado siglo XXI, pues concitan la atención de un cada vez mayor número de visitantes que siguen con interés la evolución de las nuevas tendencias. El net art, el arte multimedia, compite con los soportes más tradicionales, como puedan ser la pintura, la escultura o la fotografía. Los espacios de mayor interés hoy persiguen la aventura y el riesgo. Se han convertido en laboratorios para la experimentación, para la investigación y la ensoñación.
El propósito de una entidad artística tendría que contemplar el cambio como primera premisa y la capacidad de transformación que el paso del tiempo impone. Los proyectos no deben atrincherarse en el dogmatismo, en la circunstancialidad, sino ser fruto de las experiencias más diversas, de los interrogantes y contradicciones sociales y evolucionar a tenor de las prácticas artísticas actuales.
Toda iniciativa artística puede aspirar a convertirse en una organización cultural viva, capaz de promover la convivencia creativa, positivando sus logros, escuchando a la sociedad para construir, junto a ésta, un mundo de muchas caras.
Esta capacidad de evolución, la flexibilidad, junto a una decidida vocación de actuar tanto en el ámbito local como en el global, han de ser características asociadas a un centro artístico de hoy, sin olvidar la voluntad de interrelacionar a personas y a organizaciones, facilitando la circulación de ideas e iniciativas. Sólo así una entidad puede dar respuesta a los retos que impone una sociedad, la actual, madura y exigente, amén de altamente tecnificada.
Las entidades que vislumbran estos cambios y que establecen claramente sus objetivos alcanzarán un mayor calado social y repercusión pública, por lo que convendría definir con la mayor precisión tanto los planteamientos como la programación, así como los aspectos organizativos, administrativos y comunicacionales.
Promover el encuentro con los estamentos más jóvenes de la sociedad, desarrollando cauces de comunicación fluida entre el entorno artístico y éstos, con el fin de alcanzar un protagonismo cultural en un contexto local-nacional-internacional, podría ser objetivo fácilmente alcanzable por los nuevos centros y museos en esta necesaria evolución, adoptando postulados arriesgados y comprometidos en el ámbito de la cultura visual contemporánea, creando puntos de encuentro que ofrezcan a un público diverso nuevas experiencias artísticas, espacios también para los artistas, para el dialogo, la reflexión y el debate...
En resumen, los nuevos centros proporcionan un lugar para la producción artística del momento, se caracterizan por su flexibilidad y accesibilidad y ofrecen posibilidades de difusión, conocimiento y pensamiento, así como la creación más emergente. La actividad de toda nueva entidad ha de constituirse en espejo de la diversidad, mantenerse en estrecha relación con las actuales generaciones y en sintonía con las próximas y cuidar tanto la adecuación espacial como las exposiciones y actividades de apoyo que se programan, ofreciendo producciones artísticas de diversa índole, así como programas académicos. Mantienen horarios expresamente pensados para la población más joven y ofrecen servicios para éste y otros segmentos de la población.
Asistimos a una serie de procesos globales en marcha relacionados con la forma y función de los museos y centros de arte, pero la teoría expuesta promoverá un nuevo interés, una atención renovada, por los signos del mundo real, alejándonos del gesto, del espectáculo...
Rosina Gómez-Baeza es directora de la Feria de Arte Contemporáneo (Arco).
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