Periquito,en el Consejo de Seguridad
"¡Ya está Periquito hecho fraile!", decía mi madre en estos casos; ya está España en el Consejo de Seguridad. Entra con Chile, Angola y Pakistán, y con Alemania, donde no hay ninguna exaltación porque ya la tremenda nadería de los miembros no permanentes yace bajo los permanentes: los Cinco grandes, que se dice, por estatutos ya preparados para que no hubiera la igualdad de la Carta, porque habían ganado la guerra y tenían derechos sobre el resto del mundo y eran, casualidad, los únicos cinco países con armas atómicas realmente operativas (ahora hay algunos más: se dice de Corea del Norte, y por ello Bush dice que no le importa demasiado ahora, que lo que le importa es el armamento de Irak, que, como no lo tiene, no puede responder) y, sobre todo, con derecho de veto. El de Rusia, o Unión Soviética, mantuvo un cierto equilibrio mundial y contuvo al capitalismo dentro de sus promesas de satisfacción infinita; cuando Rusia y China fueron serviles, Estados Unidos se coronó. De ahí lo del fin de la historia o el cambio de era, que se decidió verbalmente con otro acontecimiento feliz para esos fines, como el ataque a Nueva York.
¿Qué van a hacer Periquito, representado por la curiosa caricatura de Dama de Elche que es la ministra de Exteriores, y el bueno de Inocencio Arias? Asentir. Éste es el Consejo de Seguridad que decidirá entre la guerra y la paz, y España votará lo que quiera Estados Unidos, como los demás: incluido Pakistán, y Angola, que fue hace años privada de la personalidad que querían darle los que habían conseguido la independencia y hundir el régimen fascista de Portugal y llevarlo a la "democracia moderna" -lo digo en el mal sentido de la expresión- que tiene hoy.
Aznar ha explicado a Bush su decisión de mantener la cohesión occidental, o sea, de hacer lo que deba hacer según el director del mundo. Es curioso que en el siglo XX España consiguiera mantenerse neutral en las dos grandes guerras europeas, y que al final decidiese comprometerse en la OTAN, sin lo cual no podría estar en la UE, ni en la ONU, y mandar pilotos y marinos, y pacíficos legionarios -damas y caballeros, según la terminología del cuerpo que fundó el demediado Millán Astray con Franco- contra pobres países indefensos. No creo que José María Aznar esté tan contento por no ser nadie, sino por la posibilidad que ser miembro de turno, dos años, le da para presumir ante sus compatriotas.
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