El patrimonio de la 'Novena sinfonía'

Guiadas por la batuta de Rafael Frühbeck de Burgos, la Orquesta y Coro Nacionales y la Sinfónica de Madrid, con su formación coral, han protagonizado dos conciertos de Navidad de orientación y altura internacional. En el primero se anticipa por unos días la conmemoración del nacimiento de Berlioz (1803), con una de sus invenciones más bellas y singulares: la Trilogía sacra sobre La infancia de Cristo, estrenada en la sala Herz de París el 10 de diciembre de 1854. En el segundo se rinde culto a la extendida tradición europea de interpretar, en los días últimos de cada año, la Novena sinfonía, de Beethoven, himno universal a la amistad, la libertad y la transcendencia espiritual montada sobre parte de la Oda a la alegría, de Schiller. Desde su primera audición, esta partitura renovadora y, por momentos, convencional, se erigió en "patrimonio de la humanidad", pero sólo hace unas fechas que los organismos internacionales han declarado oficialmente tal carácter.

En todo caso, la Sinfonía con coros posee ese algo difícilmente explicable que convierte cada una de sus audiciones en "acontecimiento". Lo es, pues, después de centenares de audiciones y sorprende como todo arte vivo y perdurable. Frühbeck hace una excelente interpretación de tan sustancial legado musical y humanístico y esta vez han respondido a sus planteamientos la Sinfónica madrileña y su coro, junto a los solistas vocales Brigitte Hahn -estupenda en los comprometidos agudos-, María José Suárez, Francesc Garrigosa y Reinhard Hagen. La respuesta de la audiencia fue más que entusiasta, clamorosa.