Un sondeo del Gobierno vasco indica que crece el rechazo a la independencia

El último sondeo del Gobierno vasco, el denominado sociómetro de octubre, confirma que está creciendo el número de personas que se muestran en desacuerdo con una hipotética independencia de Euskadi. Un porcentaje, el 34%, que aumenta desde 1998, y es claramente superior al 25% de quienes están de acuerdo. No obstante, hay un 32% que está o no de acuerdo "según las circunstancias".

La encuesta de octubre del Gobierno vasco se hizo a los pocos días del debate de política general en el que el lehendakari anunció la puesta en marcha de su plan soberanista. Aunque todavía no había comenzado la campaña de difusión que le ha llevado a realizar actos en las tres capitales vascas, Londres y Suramérica, los partidarios de la independencia crecen tres puntos desde mayo de 2002, pasando del 22% al 25%, pero sólo hasta recuperar el porcentaje de 1998. Ese estancamiento contrasta con el crecimiento de tres puntos de los que se muestran en desacuerdo con la independencia de Euskadi, que pasan del 31% de mayo al 34% del último, pero confirmando una tendencia creciente desde 1998 en que los que estaban en desacuerdo eran el 24%.

Esta postura mayoritaria se mantiene, además, en cada una de las provincias vascas, ya que ni siquiera en Guipúzcoa los partidarios de la independencia, el 29%, superan a los contrarios, 30%. Esa diferencia es aún mayor en Vizcaya, donde los independentistas pierden por nueve puntos, y en Álava, por 21 puntos. Tan solo los más jóvenes (de 18 a 29 años) son más independentistas, el 30%, frente al 27% discrepante, y las "familias nativas", el 39%, frente al 22%. Las familias mixtas y las inmigrantes están en contra.

El descenso de las posiciones independentistas coincide además con la caída del sentimiento nacionalista, que ha pasado del 38% en mayo, al actual 36%, mientras que en 1996 era del 39%.

Al igual que en anteriores sondeos, el 86% de la población cree que la violencia sobra en Euskadi. Sólo el 19% de los más jóvenes sostienen que no hay cauces democráticos suficientes que hagan inviable el uso del terrorismo.