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Entrevista:IGNASI CARRERAS | Director general de Intermón Oxfam

"La solidaridad no es sólo estar con el que sufre, sino luchar para cambiar el mundo"

Ignasi Carreras (Barcelona, 1957) es el director general de Intermón Oxfam, la ONG fundada por los jesuitas hace más de 40 años en Barcelona y que hoy, desde una perspectiva laica, es una de las más prestigiosas de España. Carreras ha escrito con Marita Osés (Barcelona, 1959), su esposa, Vivir solidariamente (Planeta), un libro con el que pretenden contagiar su entusiasmo por la solidaridad y por un mundo más justo y sin pobreza.

Pregunta. Una gran editorial ha publicado un libro sobre solidaridad. ¿Es una prueba de que la solidaridad está de moda?

Respuesta. La editorial nos pidió el libro porque consideraba que muchas personas deseaban conocer cómo poder vivir solidariamente. Yo trabajo en una ONG y mucha gente se nos acerca interesándose por cómo puede uno contribuir a mejorar el mundo, aunque muchos también añaden que temen que lo que pueden hacer servirá de poco. Queríamos juntar reflexiones sobre la solidaridad con muchas propuestas para la gente y contar experiencias de personas que ya viven solidariamente.

"Las personas solidarias son mucho más felices; valoran el compartir, que es darse y recibir"
"No cuestionamos la economía de mercado, sino la manera como se está aplicando"

P. En los tiempos que corren, ¿no hay que ser casi un héroe para vivir solidariamente?

R. Creemos que no. Héroes habrá unos cuantos, pero si queremos que este mundo sea mejor y que todas las personas puedan disfrutar de sus derechos necesitamos que millones de personas vivan solidariamente. No se tiene que ser un héroe para apoyar una campaña contra las minas antipersona, para que toda la gente con sida acceda a medicamentos, para dedicar horas a voluntariado, para aportar dinero a las ONG, para comprar productos de comercio justo...

P. De la forma en que lo plantean en el libro parece que ser solidario comporte un cierto estoicismo. Ahora vienen las navidades y usted sugiere no comer langostinos y dar lo ahorrado a un comedor popular... ¿No se pueden comer langostinos en Navidad sin remordimientos?

R. Se pueden comer langostinos durante todo el año y disfrutarlos. La solidaridad es vivir consciente de los demás. Cuando eres consciente de lo que les pasa a otros no es que no puedas disfrutar los langostinos, sino que a tal vez disfrutes más compartiendo lo que tienes. Y en algunos momentos, yo lo he hecho, disfrutarás los langostinos. El compromiso con la solidaridad no es estoico ni aburrido. Las personas que viven solidariamente son mucho más felices; saben encontrar el gusto al compartir, que es darse y recibir.

P. ¿La toma de conciencia es más importante que el donativo?

R. Sí. Cuando hablamos de vivir solidariamente, hablamos de valores, de actitudes que inundan buena parte de las actividades cotidianas. Una persona solidaria no lo es sólo cuando da un donativo, que es importante, sino también cuando se interrelaciona con una persona inmigrante, con su actitud ante el consumo, etcétera. La conciencia es lo que permite pasar de actos concretos a integrar todo esto en tu vida.

P. La toma de conciencia ante las causas de las injusticias podría tener una derivación política, pero ustedes evitan explicitarla. ¿Cree que la solidaridad es un concepto de izquierdas?

R. Entiendo la solidaridad como algo cercano a la justicia. No es sólo estar al lado del que sufre e intentar paliar su sufrimiento, sino cambiar los factores que originan esta situación de pobreza, de marginación. Entiendo que la solidaridad tiene que ver con luchar para cambiar el mundo: las personas solidarias no podemos aceptar un mundo tal como está, donde tantas personas viven en la pobreza.

P. Por tanto, tiene que ver con la política.

R. Sí, lógicamente. Pero los grandes cambios se hacen cuando son impulsados por partidos de distintas orientaciones políticas. Muchas propuestas sólo prosperarán si las asumen varios partidos. Para luchar contra la pobreza se requiere una gran coalición, y una de nuestras vocaciones es despertar voluntad política a favor de varias causas que entendemos que nunca se moverán suficientemente si no tienen detrás partidos y gobiernos. Para ello es necesaria una opinión pública que presione a los políticos para llevarlas adelante.

P. ¿Pero usted es una persona de izquierdas?

R. Soy una persona que trabaja por el derecho de todas las personas a vivir dignamente, y que considera que para conseguirlo se requieren cambios estructurales. Lo que he visto es que muchas veces los partidos de izquierdas no nos siguen en estos planteamientos, pero soy una persona más cercana a este tipo de posiciones. También tengo que decir que cuando actúo como director de Intermón Oxfam, lo que me interesa es actuar con la mayor independencia y movilizar el máximo de fuerzas políticas; me da igual que sean de izquierdas o de derechas.

P. Esta despolitización aparente parece deliberada también para otros casos. El libro es una crítica fuerte al capitalismo, pero esta palabra no sale. ¿Por qué?

R. Porque en estos momentos hablar del capitalismo en sí es hablar de términos que la gente de la calle no sigue. La crítica no es tanto al capitalismo, sino al neoliberalismo...

P. Que tampoco sale citado.

R. Tampoco, porque no hemos querido entrar en etiquetas. Pero hay un capítulo dedicado a transformar la globalización. Abogamos por una globalización más equitativa, donde los derechos fundamentales de las personas no queden al albur del mercado. Defendemos instancias de regulación y políticas que defiendan estos derechos fundamentales de todas las personas. Creemos que el mercado, con las actuales reglas de comercio internacional, es muy injusto y que mucha gente queda excluida de él porque no tiene acceso ni a la propiedad, ni a la tecnología, ni a la educación, ni a la participación política... Pero no cuestionamos de por sí ni la economía de mercado ni el comercio internacional, sino la manera como se están aplicando.

P. ¿Cuáles son los retos que tiene planteados el movimiento por otra globalización?

R. En los últimos meses ha habido dos elementos muy importantes: se ha dejado atrás la violencia -hoy se habla más del movimiento por sus propuestas que por las formas de una pequeña minoría- y se ha conseguido consolidarlo. Quizá el gran reto es concentrar nuestros esfuerzos en cinco o seis grandes ejes que puedan recibir el apoyo de mucha gente, no en intentar cambiarlo todo, que es imposible.

P. El libro pretende ser una aportación para la esperanza y se dan ejemplos de gente comprometida, pero también escriben que la pobreza y las desigualdades siguen aumentando... ¿De qué sirve tanto esfuerzo?

R. De momento, el esfuerzo de muchas personas voluntarias ya está consiguiendo que otras personas vivan mejor... Y este esfuerzo está siendo el germen para que se puedan cambiar las cosas más adelante. Buena parte de las cosas que algunos estamos disfrutando ahora -como el Estado de bienestar, la abolición de la esclavitud y el sufragio universal- se consiguieron porque hubo personas hace 100 o 200 años que empezaron a impulsarlas. Primero eran 20, luego 100, después un millón, más tarde cinco millones, luego 100 millones y hoy nos parece increíble la situación anterior. Buena parte de las victorias de mañana son causas incipientes de hoy.

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