Van Gaal se sale con la suya
El Barça, con tres goles de Kluivert y uno de Overmars, gana al Mallorca, que jugó una hora con nueve jugadores
Indultado. Iba el Barcelona a una ejecución pública y salió cantando Viva el Rey por no nombrar a Van Gaal. La comitiva funeraria azulgrana que acompañaba al entrenador tuvo que darse la vuelta y felicitarse por una goleada que deja al Barcelona en disposición de volver al Camp Nou como si la noche del Sevilla no hubiera pasado nada. Al rescate barcelonista acudió el Mallorca, que se cegó con el árbitro, cuyo desmedido intervencionismo siempre jugó a favor del equipo de Van Gaal. El holandés vivió uno de los partidos más cómodos de su vida justamente cuando se había preparado para el peor de su carrera.
El árbitro pudo ayudar a decantar el partido. El Barcelona, sin embargo, lo preparó mejor que nunca y suyos fueron los futbolistas desequilibrantes: Motta, porque eliminó al Mallorca; Overmars, espléndido abriendo el campo con su velocidad; Kluivert, goleador de nuevo; e Iniesta, sensacional por su sentido del juego.
MALLORCA 0 - BARCELONA 4
Mallorca: Leo Franco; Campano, Lussenhoff, Nadal, Poli; Novo, Lozano, Ibagaza (Robles, m.80), Riera (Marcos, m.45); Etoo y Pandiani (M.Soler, m.74). Barcelona: Bonano; Gabri, Christanval, Frank De Boer (Rochemback, m.45), Cocu; Mendieta, Xavi, Motta; Iniesta (Gerard, m.60); Overmars (Saviola, m. 79) y Kluivert. Goles: 0-1, M.25. Motta centra desde la izquierda, Lussenhoff desvía de cabeza el balón y Kluivert, en plancha, cabecea a la red. 0-2, M.43. Kluivert asiste a Overmars que chuta y Lussenhoff desvía el balón y descoloca a Franco. 0-3, M.48. Xavi cede hacia Kluivert que regatea a Nadal y marca. 0-4, M. 51. Kluivert, de esperón, tras controlar un pase de Mendieta. Árbitro: Iturralde González. Expulsó con roja directa a Novo (m. 22) y a Etoo (m.31) por cometer sendas agresiones contra Motta. Amonestó a De Boer, Motta, Lussenhoff y Cocu. Unos 20.000 espectadores en Son Moix.
Van Gaal se la jugó con los suyos, futbolistas con un sentido colectivo del juego como son los holandeses por una parte, y por otra con jugadores comprometidos con el club y con el propio entrenador, centrocampistas la mayoría, procedentes todos de los equipos inferiores, salvo Mendieta, el fichaje franquicia del técnico. Puede que Van Gaal montara la alineación condicionado de alguna manera por la defensa de su cargo. Nada que objetar en cualquier caso, más que nada porque le salió un equipo bien bonito, pese a concesiones siempre reprochables como las marcas individuales, y el partido quedó a su merced en nueve minutos.
Tocaba bien el Barcelona. Van Gaal había llenado la divisoria y en cada combinación encontraba superioridad numérica y una salida limpia para la pelota. Iniesta gobernaba la contienda con una delicadeza sorprendente. Tiene el niño un saber estar propio de un veterano. Tal que fuera un duende, se ofrecía a los volantes con la misma precisión que habilitaba a los delanteros, y tiraba la línea del juego con una sencillez hasta ahora desconocida en un equipo tan barroco como el barcelonista. Jugaba igual de bien con que sin pelota.
Asentado y responsabilizado, el Barcelona se manejó con buen gusto en el primer tramo. Ya es costumbre que le cueste cerrar su campo, y el Mallorca le buscó las cosquillas por las bandas, con Riera muy puesto, con su zurda siempre afilada. La velocidad de los puntas rojillos obligó a los centrales a meter la pierna, y anoche Frank de Boer no dimitió sino que mandó marcar la línea con faltas muy tácticas. Los zagueros azulgrana aguantaron a pie firme un buen rato porque adivinaron que los delanteros podían resolver la contienda.
Dos desbordes consecutivos de Overmars, rematados por el mismo extremo zurdo ante Leo Franco, habían envalentonado tanto al Barcelona como acobardado al Mallorca. Le costaba al plantel de Manzano encontrar su punto dulce de juego, aunque, poco a poco, masticando el choque con esmero, empezó a merodear el área de Bonano. Pareció por un momento que incluso había revertido las cosas y el partido se ponía a su favor, cuando Motta apareció tumbado en su área. Reclamaron unos y otros, se armó la de Dios es Cristo, intervino el linier, el mismo que en aquel célebre partido de Zaragoza se hizo famoso "con el no me jodas Rafa", y el árbitro expulsó a Novo por una agresión que nadie había adivinado.
La jugada perdió al Mallorca, que se suicidió en nueve minutos. A la roja de Novo siguió acto seguido el gol de Kluivert y poco después la agresión de Eto´o, que pateó a Motta de mala manera, tomándose la justicia por su cuenta y dejando a su equipo a la intemperie, para suerte del Barcelona. Acabado el partido por la dimisión del Mallorca, jugaron los azulgrana a placer, recreándose en su suerte, acompasándose los goles: el segundo antes de alcanzar el descanso, donde Van Gaal tuvo a bien cambiar a Frank de Boer porque había cargado con una amarilla, y el tercero en el arranque del segundo tiempo para acabar con cualquier especulación y dar tiempo a la directiva del Barcelona a darle vueltas sobre qué hacer con el entrenador.
Los gestos técnicos de Kluivert, tan majestuoso en el control como en la ejecución, como ya viene sucediendo cuando los encuentros están resueltos, llenaron de color un segundo tiempo sin interés competitivo por la inferioridad manifiesta del Mallorca, que no sabía como taparse con dos jugadores menos. Resuelta la contienda, la hinchada del Mallorca mató el tiempo con cánticos mal sonantes hacia el Barça, hacia su entrenador y hacia su presidente, como si le hubieran regalado un triunfo que acaba con una de sus rachas más negativas de la historia: cuatro goles suenan muy fuerte después de sumar uno solo en los últimos cinco encuentros en los que solo recolectó un punto.
Habló el equipo con firmeza, y ahora la palabra la tienen el entrenador y el presidente.
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