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ES EL MOMENTO DE... | PROTAGONISTAS

Mascarada de invierno

De la dicotomía surge a menudo la fiesta. El atávico enfrentamiento entre el bien y el mal ha dado, y sigue dando, mucho de sí en nuestras tradiciones populares. En Ferreras de Arriba (Zamora), dos grupos, los guapos (madama y galán) y los feos (diablo y filandorra), recorren las calles en la fría mañana del 26 de diciembre. Entran y salen en todas las viviendas, incluso en las que se encuentran en los rincones más alejados de una localidad de algo más de quinientos habitantes, que les reciben con aguinaldos, pastas, licores y una sonrisa en la boca. Y eso a pesar de que les tiznan (sobre todo a la dueña de la casa) y se adentran hasta el último de los rincones: "Mi hermana, que es de su peña", dice uno de los chavales (chicos y chicas) que establecen con ellos un juego de perseguidor-perseguido, "se tranca en el baño. A los mozos van a buscarlos a sus habitaciones y les despiertan".

El diablo luce careta de piel de cabra rematada por cuernos, chaqueta roja, pantalón con cintas, cencerros a la cintura y unas tenazas para atrapar a la gente que se resiste a dar su aportación. La filandorra usa un vestido negro lleno de tiras de colores, sombrero y mantilla. Lleva además un látigo, argumento definitivo para obtener las aportaciones requeridas; una curacha, corcho quemado con el que tizna, y siete cencerros a la cintura, en los que algunos han querido ver la representación de los siete pecados capitales. No es de extrañar este tipo de asociaciones en una celebración que, según la mayoría de estudiosos, se remonta a la Edad Media.

En cuanto al galán y la madama, visten de fiesta y repiquetean unas castañuelas. El galán coloca sobre la cabeza del dueño de la casa el sombrero que porta, en señal de felicitación, mientras que la madama se cubre con manteo, mandil, toquilla y pañuelo. Antiguamente, el aguinaldo obtenido mediante esta singular forma de felicitar las Pascuas se componía de productos de la matanza, que se lleva a cabo en esos días. Según algunas versiones, en tiempos de escasez, y cuando en la casa visitada no había con qué obsequiar al grupo, la filandorra, trastocando su papel exigente y pedigüeño, "sacaba de su zurrón lo mejor que llevaba y se lo entregaba a sus habitantes".

- Ayuntamiento Ferreras de Arriba: 980 59 31 04.

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