Un regalo de músicos a músicos
Partituras musicales, cuerdas para violines y violonchelos y otras piezas de instrumentos. Éste es el regalo que un grupo de músicos canadienses de la ciudad de Vancouver ha enviado a sus colegas iraquíes de la Orquesta Sinfónica de Bagdad. Es un regalo modesto pero muy necesario para los músicos iraquíes, sometidos al embargo internacional contra su país desde 1990. Es también un regalo simbólico, ya que la Sinfónica de Bagdad es el único grupo musical que toca música clásica occidental en Irak. Todos los músicos de la Orquesta de Vancouver, al saber la iniciativa de la pacifista Katty Kelly, que viaja a Irak con un cargamento de cosas imposibles de encontrar allí, se han volcado en aportar todos los recambios musicales que tenían en depósito y que son relativamente fáciles de encontrar en Occidente. El regalo musical canadiense ya ha llegado a Bagdad y ha sido cuidadosamente expuesto en una mesa colocada a la entrada del teatro Rabat, donde la Orquesta Sinfónica de Bagdad ha interpretado para el público un Intermezzo de Cerubini, seguido de las Suites Arlesianas de Georges Bizet. La orquesta ha estado dirigida por Abdel Razzak al Azzawi y como cantante ha actuado Emad Jamil, de 37 años. "La música no puede ser sitiada. Es el lenguaje universal de la humanidad desde hace 7.000 años", ha declarado Cynthia Banas, miembro como Katty Kelly del grupo Iraq Peace Team (IPT, Equipo para la Paz en Irak), un proyecto de la ONG pacifista Voices in the Wilderness (Voces en el Desierto). Cynthia Banas, librera jubilada, de 73 años, ha viajado a Bagdad desde Vernon, cerca de Nueva York, para expresar su solidaridad con Irak y su oposición a la guerra que Estados Unidos quiere lanzar contra ese país. "Que la música continúe y que acaben las sanciones", dice la anciana dama con entusiasmo.
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