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Crónica:14ª jornada de Liga | FÚTBOL
Crónica
Texto informativo con interpretación

Raúl es el Balón de Diamantes

El delantero dirige la remontada del Madrid, que concedió dos goles al Recre en los primeros diez minutos

Santiago Segurola

Corren ahora unas votaciones sobre los mejores futbolistas del año y nadie concede a Raúl la menor oportunidad. Hay algo en él que, por lo visto, no convoca a los que deciden estos premios. La razón de esta injusticia es inexplicable. Casi desde que comenzó su carrera, Raúl ha tenido que vencer toda clase de prejuicios. Tras su primer partido, un conocido profeta le consideró carne de Segunda B. Desde entonces, en la periferia del fútbol se instaló la idea del jugador sobrevalorado, pues a simple vista nada le hacía merecedor de la fama que le sigue. A simple vista, Raúl es un flaquito zambo, más lento que rápido según los cánones del atletismo, con una cierta habilidad disminuida por su falta de potencia para sacarla rendimiento, con una pegada discreta, un tipo de jugador, en fin, bastante común, lo que le inhabilitaría para lo que no es común: la excelencia. Pero con Raúl no conviene dejarse llevar por la primera mirada, ni por la segunda. A Raúl le desentrañan mejor que nadie los profesionales de la cosa, los que sufren las consecuencias de su asombroso talento y los que se benefician de su impagable categoría. De un lado, por ejemplo, los jugadores del Recreativo, que llegaron a pensar en un milagro que Raúl se encargó de desbaratar. De otro, los futbolistas del Madrid, tantas veces rescatados del barro por el jugador más importante que ha dado el fútbol español.

REAL MADRID 4 - RECREATIVO 2

Real Madrid: Casillas; Salgado (Miñambres, m. 56), Helguera, Pavón, Bravo; Flavio, Cambiasso (Solari, m. 46); Figo, Raúl, Zidane; y Guti. Recreativo: Luque; Javi García, Álex, Loren, Espínola; Cubillo (Bermejo, m. 76), Camacho, Kaiku (Galán, m. 72), Viqueira, Arpón (Benitez, m. 68); y Raúl Molina. Goles: 0-1. M. 3 Cubillo, tras un despeje de Casillas a los pies de Molina. 0-2. M. 15: Espínola, a pase de Molina. 1-2. M. 29. Raúl Bravo, de estupenda vaselina. 2-2. M. 65. Helguera, de cabeza, a la salida de un córner. 3-2. M. 71. Raúl, en jugada personal. 4-2. M. 90. Figo, con el defensa Espínola de portero, de penalti. Árbitro. Pérez Lasa. Expulsó a Luque (m. 89), por derribar a Guti en el penalti del 4-2. Amonestó a Flavio, Raúl, Camacho, Cubillo, Loren y Lucas Alcaraz, entrenador del Recreativo. 66.302 espectadores en el Bernabéu.

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Cuando se sinceran los jugadores de gran prestigio, son mayoría los que apuntan a Raúl como el futbolista que elegirían en primer lugar para ir a la guerra. Para jugar un partido, vamos. Ellos no eligen, ni votan, así que la comidilla se queda entre ellos. Esta gente no le ve como un flaco desgalichado, sino como la máxima garantía de seguridad, eficacia, carácter y recursos que se puede ver en un campo de fútbol. Van para nueve los años que Raúl lleva en el gran fútbol, y al menos tiene de su lado a la estadística, que siempre conviene estudiar en caso de duda. Es el máximo goleador en activo de la Liga -con sólo 25 años- y va camino de romper algunos récords notables. Pero los números sólo dicen una parte pequeña de su trascendencia. Raúl gana partidos, y si son complicados o muy exigentes, mucho mejor. Los gana con sus goles, por supuesto, pero sobre todo los gana porque casi siempre encuentra los recursos adecuados para marcar la diferencia. En unos casos, será el mejor centrocampista; en otros, será el delantero que encuentra en el área lo que a otros se les escapa; también será el más generoso de los futbolistas; y en ocasiones se reirá de los escépticos con un poderoso remate, con un gol lleno de habilidad, con un cabezazo implacable, con todo aquello que se sospecha que no tiene, pero que Raúl saca cuando llega el momento de ganar los partidos. Ningún futbolista del mundo aplica mejor el conocimiento al fútbol, ni nadie le saca más rédito, que este delantero excepcional.

A Raúl habría que darle el balón de diamantes y acabar con el cuento. Por si acaso, frente al Recreativo ofreció la clase de despliegue que invierte un partido casi letal para el Madrid. En sólo diez minutos, el Recre se colocó con dos goles de ventaja. Y no había en el horizonte nada que impidiese pensar en una proeza del equipo andaluz. Jugaba razonablemente bien, sacaba ventaja de la incompetencia de los centrocampistas del Madrid -Flavio y Çambiasso fracasaron en el primer tiempo- y tenía el aspecto saludable que procura el optimismo. Ahí es nada, dos goles en el Bernabéu. Si el Recreativo sufría carencias, no se veía entonces. Se veía a un Madrid sufriente, perplejo, sin capacidad para alimentar el juego en el medio campo, tenso por lo que se venía encima. Le ayudó el golazo de Raúl Bravo, una vaselina escandalosa que aligeró al equipo. Pero el hombre que cambió el curso del partido fue Raúl. Cogió el partido por el pecho y lo ganó, así de simple.

Su inmensa contribución se observó en el dinamismo de su juego, en su capacidad para buscar soluciones en todos los sectores del campo, en la certeza del daño que causaba en las filas del Recreativo, en el efecto contagioso sobre un equipo que comenzó a crecer alrededor de Raúl. Y sí, también contribuyó el cambio de Cambiasso por Solari, porque eso significó el traslado de Guti a posiciones más retrasadas. Y Guti es otro jugadorazo nunca suficientemente comprendido, uno que ayer cambió el trajín monocorde de la primera parte por un puñado de precisos y rápidos pases verticales. Pero al fondo de todo estaba Raúl, y a él correspondió desequilibrar definitivamente el resultado con un gol formidable: amagó ante Loren, regateó sin piedad a Espínola y ultimó al portero con un remate violento, inapelable, el remate de un hombre que está por encima de los premios.

Luque desbarata una oportunidad de Raúl.
Luque desbarata una oportunidad de Raúl.MANUEL ESCALERA

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