Auditorio Nacional
El derecho de huelga es no sólo necesario, sino imprescindible. El derecho de los consumidores también debería serlo. Como consumidor de música, al igual que otros varios centenares de ciudadanos, cada viernes he de ir al Auditorio Nacional, entregar mi entrada, sentarme en mi butaca y esperar hasta las siete y media para que una voz megafónica nos informe que ya podemos volver a casa porque el concierto se ha suspendido por ausencia de los señores profesores.
¿Es la misma mente preclara que ha elaborado este procedimiento la que está negociando con los funcionarios de la música? ¿Tan difícil es comunicar en la prensa del jueves que los conciertos se han anulado? ¿A nadie se le ha pasado por la cabeza que los varios miles de melómanos que llenamos el Auditorio viernes y sábado tenemos también el derecho a ser respetados? ¿Es por esto que ahora nos ponen gominolas en los accesos? ¿Llegan también hasta el templo de la música los malos modos que nuestros políticos al mando están implantando en todos los ámbitos sociales? Que paren esto, que me bajo.-
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