La Universidad Ramon Llull recuerda a Fuster a los diez años de su muerte

Miquel Batllori, Max Cahner, Joaquim Maluquer y Josep Maria Muñoz tenían un amigo en común, el ensayista Joan Fuster (Sueca, 1922-1992). Los cuatro, con mayor o menor intensidad, pertenecían al grupo que frecuentaba Fuster en sus visitas a Barcelona, y los cuatro se reunieron el miércoles en la Universidad Ramón Llull para realizar una semblanza del amigo cuando se cumple el décimo aniversario de su muerte.

La Ramón Llull organizó el miércoles una jornada maratoniana de conferencias con las que homenajear al autor de Nosaltres els valencians. Los actos, sin embargo, ayudaron más a recordar a Fuster entre profesores e investigadores que a darlo a conocer entre estudiantes, a juzgar por el público que acudió. Apenas una veintena de universitarios se concentraban en un aula prácticamente vacía. "Su mundo ya se encuentra muy alejado de las nuevas generaciones", dijo Maluquer a título de explicación.

Lo cierto es que al ensayista de Sueca se le recordó con versiones tan contradictorias como él mismo se presentó durante su vida. Maluquer explicó cómo cambió su carácter una vez cumplió los cincuenta años. "No se cuidaba, lo que le llevó a vejez prematura", explicó, y prefirió recordarlo como el hombre "dinámico y emprendedor que era antes. Una imagen que queda lejos de la del intelectual de los últimos años que se pasaba el día en un sofá bebiendo y fumando".

Cahner coincidió en resaltar la capacidad organizadora del ensayista valenciano y la preocupación por la eficiencia. "Buscaba resultados inmediatos para los Países Catalanes", comentó. Mientras, Miquel Batllori comentó cómo Fuster, "un intelectual con una conversación extraordinaria cuando estaba sereno", debe en parte su sentido valencianista a la militancia carlista de su padre. Josep Maria Muñoz se refirió al autor como "ser bondadoso y contradictorio, que recomendaba como lecturas tanto a Descartes y a Platón como al Marqués de Sade".