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Crónica:Liga de Campeones | FÚTBOL
Crónica
Texto informativo con interpretación

Noche de colosos en Highbury

El Valencia y el Arsenal se miden en un partido que alcanza el rango de gran duelo europeo

Santiago Segurola

El viejo Highbury reunirá esta noche a los campeones de la Liga inglesa y de la española, lo que supone una especie de veredicto sobre la calidad de los dos campeonatos más atractivos de Europa. De un lado, el Arsenal; del otro, el Valencia. Dos equipos que guardan una memoria compartida de algunos momentos esenciales de su historia. Encabezado por el gran Mario Kempes, el Valencia le ganó la final de la Recopa a los gunners en 1980. Equipos con un largo pasado, por tanto, y con un espléndido presente. Los dos aspiran a entrar en el gotha del fútbol, al lado del Madrid, Manchester, Bayern de Munich o Juventud. Para lograrlo, necesitan ganar la Liga de Campeones, el billete que permite atravesar la frontera de la excelencia. Con estas condiciones, el encuentro de Highbury adquiere la condición de gran duelo.

Los dos equipos aspiran a entrar en 'gotha' del fútbol, al lado del Madrid, Bayern, Manchester o Juventus

Cuando llega la hora, los equipos españoles acostumbran a imponerse a los ingleses, como si dispusieran de un plus difícil de cuantificar. El pasado año, el Deportivo destrozó al Arsenal en Londres, ante la mirada estupefacta de la fiel hinchada de Highbury, donde el conjunto de Arsene Wenger parecía invulnerable. Lo que distinguió al Deportivo fue su capacidad para hacer en un escenario complicado lo que hace en los demás campos: jugar bien, con naturalidad, sin complejos.

Si el Valencia se rige por estas leyes, sus posibilidades serán tantas o mayores que las del Arsenal, por mucho que se juegue en Inglaterra y que la lista de nombres merezca respeto: Henry, Pires, Bergkamp, Vieira [su presencia en el partido de hoy es dudosa por problemas físicos], Wiltord, Gilberto Silva, Kanu. Entre ellos figuran algunos de los futbolistas más codiciados del fútbol europeo. Después de su fogonazo en Roma no faltaron quienes proclamaron a Henry como el verdadero rey de Europa. Será interesante verle esta noche frente a Ayala, el central sobre el que pivota la excelente defensa del Valencia.

Aunque Wenger dedique sus esfuerzos a construir un conjunto equilibrado -al Arsenal siempre le ha perseguido un tufillo defensivo-, es precisamente la defensa su lado más vulnerable. No le ayuda la ausencia de sus dos primeros porteros, Seaman y Shabaah, problema que obligará al técnico francés a tirar del joven Stuart Taylor, que se verá frente a un rival que ha perdido el pudor en su juego de ataque. Del Valencia que ganó la Liga con una escasez decepcionante de goles a éste que encuentra con facilidad la portería, hay una distancia enorme. No le es necesario un delantero al uso, uno de esos cracks que figuran en la nómina de los grandes favoritos al gran título del fútbol europeo. El Valencia no tiene a Ronaldo, ni a Kluivert, ni a Henry, ni a Van Nistelrooy, ni a Trezeguet, ni a Hernán Crespo. Tiene a Carew y no parece la mejor garantía para afrontar la exigencia de la Copa de Europa. Sin embargo, el equipo no vive el asunto como un drama. Donde termina Carew, comienza Angulo, y luego Mista, Juan Sánchez y hasta Salva, cuando sea necesario.

El Valencia no pide perdón por enfrentarse a los mejores de Europa. Después de alcanzar dos finales de la Liga de Campeones y de ganar la Liga española, lo que distingue al equipo es la convicción en lo que hace. El Valencia no tiene dudas. Por eso llega al partido de Highbury con la serenidad de los equipos que han visto mucho y que han ganado casi todo. Tampoco vive como un drama los infortunios. Aimar sale en estos días de la lesión que le ha mantenido inactivo durante tres semanas. En otro equipo su ausencia despertaría todas las alarmas. En el Valencia no ocurre. Eso habla de solidez, oficio y recursos. Pero con Aimar todo resulta más fácil, más agradable. Y a nadie se le escapa el significado que tiene para los grandes jugadores un éxito en Inglaterra, el país que mejor publicita el fútbol, que esta noche tendrá como protagonistas a dos extraordinarios equipos, dos que pretenden alcanzar pronto la cima de Europa.

Vieira aplaude a su afición en un partido de la Liga inglesa.
Vieira aplaude a su afición en un partido de la Liga inglesa.ASSOCIATED PRESS

El intocable Wenger

El Arsenal encabeza la Liga inglesa, pero hay algunos síntomas de preocupación alrededor del equipo, que ha perdido cuatro encuentros en el campeonato inglés. En la temporada anterior sólo fue derrotado en tres ocasiones. Comienzan a construirse teorías sobre las causas del descenso en el rendimiento de un conjunto que es prácticamente el mismo del pasado año, con el notable refuerzo del brasileño Gilberto Silva, el hombre que sustituyó con gran éxito a Emerson en la selección brasileña. No hay una queja de Gilberto, jugador muy capaz en el orden defensivo, aseado con la pelota y listo para sorprender en el área. Pero el Arsenal no funciona como se esperaba. ¿Ha perdido el apetito que le hizo campeón de Liga y Copa? Aunque Arsene Wenger no lo dijo con estas palabras tras el encuentro del sábado con el Manchester United, algo significaban sus palabras: "El Manchester nos ganó en todos los balones divididos".Antes era el Arsenal el que ganaba los balones divididos. Quería acabar con la hegemonía del Manchester, desafío al que Arsene Wenger ha dedicado toda su carrera en el fútbol ingles. Wenger no soporta a Álex Ferguson y el entrenador del Manchester disfruta desacreditando al técnico francés, al que tiene por un parvenú que se pretende un intelectual. En torno a la rivalidad entre ellos ha crecido la idea de que el fútbol inglés es del Manchester o del Arsenal, o no es de nadie. El Liverpool no logra meter una cuña entre los dos equipos que se han repartido la hegemonía en Inglaterra en los últimos diez años.Wenger es una especie de divinidad en Highbury, cosa que no parecía sencilla, puesto que el recuerdo de George Graham pesaba inevitablemente sobre el equipo, los entrenadores y los aficionados. Graham consiguió el éxito con aquel Arsenal de finales de los años ochenta y principios de los noventa. Era un equipo de naturaleza mezquina que preferiblemente ganaba por un gol a cero. Wenger le ha dado vuelo al Arsenal, le ha proporcionado el glamour que le faltaba, lo ha colocado casi a la altura del Manchester. Puede hacer lo que quiera en un equipo afrancesado como ningún otro. Con Vieira, Wiltord y Henry como estandartes, el Arsenal ha perdido su raíz inglesa. Sólo aparecen británicos en la defensa, como el veterano Keown o el joven Ashley Cole, pero en cuestiones de ataque no aparece un delantero inglés en el Arsenal desde hace demasiado tiempo. Highbury no se lo reprocha a Wenger. En realidad no le reprocha nada. Hasta teme que el Arsenal se le haya quedado un poco pequeño. La hinchada sabe bien que Wenger es el entrenador con más predicamento en las principales cancillerías del fútbol europeo y que su destino puede estar en España, si el Barça sigue en su estado crítico o si Del Bosque cuelga los bártulos en el Madrid.

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