Verbena bética en Montjuïc
El Espanyol, goleado en un partido convulso y con tres expulsados
Lo de ayer en Montjuïc superó, si cabe, la Feria de abril que anualmente se celebra también en Barcelona y colmó todas las expectativas, del beticismo, se entiende. Más que un partido, fue una verbena y, mejor amenizada por el Espanyol, imposible. El equipo blanquiazul se dejó media vida en un intento que, de tan utópico y valeroso, resultó bellísimo y conmovedor.
El Espanyol quemó sus naves frente a un equipo netamente superior. Sólo al pensar en los duelos que se podían observar sobre el césped prendía el miedo en la grada de Montjuïc. Y pese a que Víctor Fernández reservó de entrada a Denilson, pasó lo que se temía: que a Joaquín no le echaba el lazo ni David García ni nadie, que Assunçao exhibió con toda impunidad el compás desde la zona de medio centro, que Alfonso se convirtió en el estilete que a veces tanto desquicia a quienes lo sufren, que Capi, actuando por la izquierda, le robó la cartera al imberbe Marc Bertrán, y que, por si no fuera suficiente, Fernando, como medio punta, acabó de resquebrajar la temblorosa defensa del Espanyol. Resultado: en veinte minutos, el Betis se movía como Pedro por su casa, ganaba por 0-2 y desplegaba un juego y una pegada de lo más intimidantes.
ESPANYOL BETIS 24 Espanyol: Argensó; Marc Bertrán, Domoraud, Soldevilla, David García; Morales, Àlex (De la Peña, m. 73); Posse, Maxi, Crusat (Roger, m. 31); y Tamudo (Milosevic, m. 52). Betis: Prats; Varela, Juanito (Rivas, m. 64), Filipescu, Luis Fernández; Assunçao, Arzu; Joaquín, Fernando, Capi (Denilson, m. 69); y Alfonso (Ito, m. 80). Goles: 0-1. M. 11. Capi, a pase de Alfonso. 0-2. M. 20. Juanito desvía con la cabeza una falta lanzada por Assunçao. 1-2. M. 62. Roger aprovecha un rechace de Prats. 2-2. M. 70. Milosevic culmina una jugada de Posse. 2-3. M. 72. Fernando, tras una acción de Alfonso. 2-4. M. 86. Fernando, totalmente solo. Árbitro: C. Méndez. Expulsó con roja a Domoraud (m. 36), Joaquín (m. 56) y David García (m. 93). Amonestó a D. García, Soldevilla, Juanito, Àlex, Milosevic, Varela y Morales. Estadio de Montjuic. 24.200 espectadores.
Todavía había una traca imprevista, la que prendió el árbitro. En lugar de atemperar, encendió; en vez de sofocar los incendios, los provocó. Sólo así se entienden las expulsiones de Domoraud, muy temprano, y de Joaquín, en plena pájara bética, nada más iniciada la segunda parte. Moya dio entrada a Roger, que se aplicó en un brillante trabajo de construcción, mientras que Morales se retrasaba para hacer pareja en el centro de la defensa con Soldevilla, y Posse se situó en la punta izquierda, donde hizo más daño que en el carril derecho. Àlex envió un balón al palo y al Betis le fueron anulados dos goles en acciones que retrataron la fragilidad de la zaga blanquiazul.
Tras el descanso, el vértigo y, a ratos, la sinrazón, se apoderaron de un juego con un ritmo frenético. Argensó por dos veces evitó el 0-3, la primera porque Alfonso, de tan solo que estaba, se recreó en exceso con el estoque. Se produjo entonces la absurda expulsión de Joaquín. Por si no tuviera bastante con lo que le había pasado, al Espanyol se le lesionó Tamudo. Entró con urgencia Milosevic y en su primera intervención falló estrepitosamente ante Prats. Pero Roger primero y el propio Milosevic después, siempre tras asistencias de Posse por la izquierda, lograron el empate. Víctor Fernández era la viva imagen de la desesperación. El Betis había podido abrir una brecha de escándalo y, sin embargo, allí estaba perdiendo dos puntos. Su gran suerte fue que, no bien habían transcurrido un par de minutos, la defensa del Espanyol volvió a facilitarle las cosas, de manera tan escandalosa que ni el propio Fernando, autor del tercer y cuarto tantos, daba crédito.
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